Extraño también los arboles rojos y las mañanas que eran mías.
Por donde el viento arremolinaba las hojas que caían despacio.
Caminar por el sendero bordeando el lago y ver la montaña reflejarse en agua.
Con el viento en la cara como único compañero, con un cielo devorando mis pasos.
Ahora la partida es lo más urgente, evadir el cuerpo buscando nuevos frutos,
Caminar por tierras desiertas, Conocer profundidades y tomar impulso en el aire,
Saltar bastas praderas, caminar nieves de algodón y dormir en hierbas de cara al suelo.
Respirar cada mañana, abrir ventanas, morder el bosque con mis ojos.
Devolver a la tierra mi interior dormido, ahora que entiendo, ahora que río.