Diez y treinta de la noche.

Después de la noche de navidad
el árbol vacío
a un lado la radio encendida
y un programa en la televisión,
una vez más,
mintiendo por tradición humana.
Los adornos -en el árbol-
inertes e inexpresivos
regalaban sonrisas días antes de su caída.

-No te preocupes
en unos meses más
regresarás a la vida
y caerás en olvido
al siguiente año,
sólo haz tu trabajo.

En la calle
todo intenta ser silencio,
inútil esfuerzo,
un zumbido rompe
el cristal muismo.
De sus ramas verdes
salpicadas con nieve
se despide
un invento de cambiar
al triste ser
en una imaginaria época
-invensión del ser-.

Una despedida
detrás de la punta del árol
se divisa asombrada,
es hora de dormir.