No hagamos nada hoy. Quédate aquí conmigo (ningún lado te espera). Quiero tenerte aquí, solo para poder verte. Veamos como despierta el día, y como se acomoda la noche en la ventanita de nuestro departamento. Permíteme acariciar tu pelo y enlistarte –en susurros- todas las cosas con las que me cautivas. ¿Comida? Ya te espera en tu buró, dediqué particular esfuerzo a tu café. Aquí nadie nos puede tocar, estamos seguros, solo somos tu, yo y el café. No pienso, siquiera, permitirte salir de la cama (es mi dominio y tu estas en el). Disculpa, pero también te veras forzada a explicarme una vez mas, ¿Por que yo? Sé que me lo has dicho un millón de veces, pero, la noción de tener todo lo que siempre has querido, a tu lado acariciando tu mejilla no es muy común que digamos. Eres una visión, un panorama, un horizonte, una perspectiva, una opinión. Eres una compilación de perfecciones. Te confieso, por las noches que vemos películas, no las veo en realidad (excepto cuando tengo que disimular para que no me veas), lo que hago es mirarte, memorizar cada línea de tu semblante, disfruto particularmente tus labios. Eres la única persona con quien puedo tener una plática inteligente, me gusta poder compartir contigo música, cine y arte, mis amigos te quieren tanto como yo, que tomes a la par conmigo, tus peculiaridades (como comerte las uñas) y especialmente que siempre me tomas en cuenta, aun si el caso es prender un nuevo cigarrillo; es muy reconfortante saber que alguien piensa en ti.

Así que, quedémonos quietos. Todo lo demás puede esperar.