LOS DEL OTRO LADO
Venlafaxina: Capsulas de liberación prolongada.
Venta bajo receta archivada Lista IV.
“Este medicamento debe ser usado exclusivamente bajo prescripción y vigilancia médica y no puede repetirse sin nueva receta médica”
En medio del centro porteño, entre locales de vanguardia y distinguidos edificios, silencioso y anónimo se encuentra el instituto de salud mental. Dentro del mismo no se puede fumar, asi que doy una última pitada al cigarrillo. De esas que hacen quemar los dedos y el humo caliente parece llegar hasta el vientre. Un timbre, el ruido de la puerta automáticamente y mis pies ya están dentro.
Saboreo las últimas partículas de humo que voy soltando por la nariz mientras camino por el pasillo que desemboca en la recepción. A cada paso que doy, más puedo escuchar el Tac-Tac-Tac de unos dedos golpeando teclas. El mostrador de la recepción es alto y su color negro ébano da un cierto equilibrio al paisaje de paredes y pisos blancos del lugar. De la recepcionista no puedo ver más allá de su cuello. Todo su cuerpo esta debajo de ese mueble y me da la impresión de estar frente a una cabeza decapitada que da pequeños saltitos como si se apoyara sobre un resorte.
Saludo, digo mi nombre y la decapitada petrifica su mirada contra lo que supongo, debe ser un monitor. Tac-tac-tac, “una firmita por favor”, me dice mientras sale a la superficie su mano sosteniendo una hoja en donde hay muchos otros nombres y muchas otras firmas. Hago un garabato y extiendo mi brazo para devolvérsela. Ella la toma entre sus dedos y la hoja vuelve a su lugar de origen, desapareciendo de mi vista como si fuese un punto de luz tragado por un agujero negro. Tac-Tac-Tac. “La doctora ya lo va a llamar, tome asiento por favor”, me dice la cabeza parlante en tono de telegrama.
Acción Terapéutica:
Antidepresivo. Inhibidor de la receptación de serotonina y de noradrenalina. Mínima inhibición de la recaptacion de la dopamina.
La venlafaxina y la O-demetilvenlafaxina (ODV) reducen la respuesta B-Andrenergica después de la administración de una dosis única o de la administración crónica. In Vitro, la venlafaxina no posee afinidad por los receptores adrenergicos, hitaminérgicos o muscarínicos.
Sentado en una de esas incomodas sillitas de hospital, por alguna razón, me siento protegido y sereno. Trato de repasar como fueron mis días para tener algo de que hablar con la psiquiatra pero, ningún suceso parece visitar mi mente. Solo escucho el tac-tac-tac del teclado que, lentamente, se va transformando en una suave melodía que me invita a cerrar los ojos. Los abro, los cierro, los vuelvo a abrir, cada vez mas pesados, como si mis parpados estuvieran saltando sobre campos de algodón.
Entre abrir y cerrar de ojos puedo distinguir otras personas. A unas cinco sillitas de la mía, en la misma hilera, hay una chica de no más de veinte años que parece haberse equivocado de instituto. Me pregunto que es lo que la trae a este lugar y la respuesta no se hace esperar. La chica pasa las manos por su pelo y !TIC¡, se arranca uno. !TIC¡, se arranca dos. Considero que ya dos pelos arrancados de raíz son suficientes para dar por satisfecha mi curiosidad y cambio el foco hacia la hilera que esta frente a mí. Una señora mayor esta sentada con la columna bien derecha, como si en vez de vértebras, tuviese un palo de escoba. Esta prolijamente vestida con un saquito de terciopelo y una pollera larga hasta los tobillos. Mi atención se detiene en un prendedor de plata en la solapa de su saco. Tiene la forma de un capullo de rosa y se nota que tiene casi tantos años como su dueña. Sus ojos abiertos no parpadean y sus pupilas están clavadas como chinches contra la pared que tiene a su frente. La observo un buen rato y cuando estoy a punto de ir a avisarle a la decapitada de que tienen una anciana muerta en la sala de espera, me doy cuenta que sus dedos se mueven inquietos sobre la pequeña cartera negra que apoya sobre su falda. Con la excusa de servirme un café, me levanto y paso a su lado. Puedo percibir como las bolitas de sus ojos tienen un brillo especial. Como si estando despierta; Durmiese y dormida dejase como única señal de vida a sus largos y arrugados dedos moviéndose fuera de compás, a un ritmo casi epiléptico.
Sigo de largo y llego a la maquina expreso. Introduzco una moneda y me quedo ahí parado preguntándome que es lo que contempla con tanta devoción.
Preguntas similares me hice aquella madrugada en que me toco cuidar a mi padre. Yo aun dormía con medio cuerpo sobre su cama y en el silencio sepulcral de un hospital oncológico sonó su advertencia: "!!CUIDADO!!". Todavía me estaba refregando la cara, cuando el empezó a mirar la pared y a decirme que nunca pasara un auto en la ruta si no tengo el espacio suficiente. Que sino, podría chocar como ese infeliz que acaba de maniobrar entupidamente. Me dijo que ya faltaba poco para que llegáramos, que ya se podía ver el mar. "¿Lo Ves?", me pregunto y le dije que si. Me ubique detrás del respaldo de su cama y la moví de un lado a otro para que le diera la sensación de que, en efecto, se trataba de un auto que el conducía. "Cuando lleguemos, haceme acordar de que tengo que revisar el tren delantero" me dijo. "¿porque?", pregunte como si viajara sentado en el auto. "¿Lo sentís que golpea?", insistí. A lo que con un gesto soberbio me respondió: "Hay que revisarlo". Juro que trate de ver la ruta en la pared, de imaginar a su lado el mar, pero no pude. Solo vi la pared blanca, medio amarillenta por los rayos del amanecer entrometiéndose a traves de la ventana del cuarto. Seguí moviendo la cama, hasta que volvió a dormirse.
Ver en las paredes blancas es algo que sucede cuando ya estas del otro lado y yo, según mi psiquiatra, no pertenecía a esa categoría.
Indicaciones:
Venlafaxina se encuentra indicada en el tratamiento del episodio depresivo mayor, incluyendo la depresión con ansiedad asociada
Venlafaxina esta indicada en el tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada.
Venlafaxina esta indicada en la prevención de la recaída o la recurrencia de nuevos episodios de depresión
Venlafaxina esta indicada en el tratamiento del trastorno de la ansiedad social (Fobia social)
Venlafaxina esta indicada en el tratamiento del trastorno de pánico con o sin agorafobia.
Para cuando me despierta la Doctora B., ya no quedan pacientes en la sala. La Doctora B. me dice en un castellano precario que ya puedo pasar al consultorio. La doctora B es una Alemana que esta de pasante en la Argentina. No tiene mas de veinticinco años y este dato me recuerda que yo ya pase los veinticinco hace rato y que no tengo ningún Adjetivo delante de mi nombre Como Doctor o Licenciado. Soy solo mi nombre y, en ciertas ocasiones, me anteponen calificativos que prefiero olvidar.
En el consultorio esta la Doctora A. (mi psiquiatra) que me pregunta si me molesta la presencia de la Doctora B. Y aunque en realidad me molesta, no me atrevo a decirlo.
Charlamos los usuales 40 minutos. Preguntas que me hace, anécdotas que cuento y otras preguntas que me hace. Cada tanto miro a la Joven Doctora sentada detrás de mi psiquiatra. Recién empieza. Recién se recibe. Trata de mantener una postura adulta, pero sus ojos inocentes la delatan. Aun no vivió lo suficiente entre los que están "del otro lado". Lo suficiente para que la candidez del alma se enrede con los conflictos de la vida, con las preguntas sin respuestas y las respuestas sin salida.
Seguimos charlando y los últimos diez minutos comienza a hacerme las recetas. Escribe con la vista casi pegada al talonario,(siempre dice haber olvidado sus anteojos) y antes de colocar su sello y firma, levanta la mirada desde ese ridículo ángulo y como revelándome un alivio me dice: "por suerte, vos no estas del otro lado, podes ir, venir y tener una vida normal". Yo no digo nada. Me quedo en silencio esperando que termine la ceremonia de firmas, indicaciones, contraindicaciones y consejos. Luego los tres nos levantamos y me despido de ambas con un apretón de manos.
Reacciones adversas frecuentes:
Las reacciones frecuentes se clasifican según las siguientes categorías de frecuencias para la organización internacional de ciencias médicas.
Sistema orgánico:
Astenia / Fatiga
Sistema cardiovascular:
Hipertensión, vaso dilatación (principalmente oleadas de calor/ Rubor
Sistema Digestivo:
Disminución del apetito / Constipación.
Sistema nervioso:
Trastornos del sueño / Disminución de la Libido / mareos / xerostomía / aumento del tono muscular / insomnio / nerviosismo / Parestesia / sedacion
Sistema respiratorio:
Bostezos
Dermatológicas:
Sudoración
Aparato urogenital:
Eyaculacion/ Orgasmo anormal (Hombres), Anorgasmia, disfunción eréctil, Trastornos urinarios (principalmente dificultad en la micción)
Otra vez en el pasillo pero esta vez hacia la salida. Desde la sala proviene la voz de un hombre preguntando si la doctora lo puede recibir. La recepción, inmutable e impenetrable como un diamante responde siempre lo mismo: "La doctora ya lo va a recibir, tome asiento por favor". Tac-Tac-Tac. Antes de poner mis pies en la calle, presiento que ese hombre volverá al mostrador y preguntara lo mismo, una y otra vez, una y otra vez, como un remolino de infinitas inquietudes a las que solo les puede dar forma repitiendo como un mantra esa simple oración "¿podrá recibirme la doctora?"
Fin del pasillo, puerta automática y el frió de la calle me cala hasta los huesos. Estoy a dos cuadras del estacionamiento, asi que me enrollo en mi bufanda y me disperso mirando locales. Veo una campera de cuero en uno, relojes europeos en otro, una zapatería italiana, habanos importados y corono el final de mi breve paseo codiciando un juego de ajedrez con las piezas talladas en mármol.
"¿En la lucha?" me recibe amistosamente el cuidacoches cuando me ve llegar. "Así es mi amigo", le respondo. Pago la estadía y me subo a mi viejo Ford Falcon con la memoria llena de cosas que no puedo comprar, pero ¿porque frustrarme?. Después de todo, yo no estoy "del otro lado" y cualquier cosa me puede suceder; incluso, volverme rico.
Giro la llave y dejo que se caliente el motor mientras trazo un mapa imaginario de como llegar a la pensión en donde vivo. "Av. Libertador, Sarmiento y después la Juan B. Justo", me digo en voz baja. Ya son las ocho de la noche y siento el cansancio del día. Al doblar en la primer avenida el rojo de un semáforo me detiene. Cierro los ojos y suelto el aire tratando de relajarme pero en el vacío que dejo, comienza a revivir en mi, la imagen de la chica que se arranca sus pelos y luego la mirada perdida de la anciana con su prendedor de plata. Revive mi padre y escucho como si fuera ayer, su última frase coherente antes de que la locura lo tomara por completo. Revive un drogadicto de otros tiempos que se tiro desde un sexto piso pensando que podía volar. Reviven y pasan como en diapositivas, las tantas mentes extraviadas con las que me cruce y que ninguna ciencia pudo alumbrarles el camino a casa.
Es la lluvia de bocinazos e insultos de los otros autos los que me hacen reaccionar. Me despabilo sacudiendo la cabeza como si fuera un perro mojado y empiezo a acelerar. Distingo el verde de los semáforos y aprovecho para ir más rápido. Subo los vidrios y más rápido. El Dios del tránsito parece leer mi mente y se inicia la onda verde. Empujo mi pie bien hasta el fondo, como queriendo atravesar el chasis. El volante vibra como una batidora y lo sostengo bien firme entre mis manos. Lo único que se escucha es el rugir del motor girando a siete mil vueltas por segundo sobre la Av. Juan B. Justo.
Siete mil vueltas de recuerdos desvaneciéndose en la velocidad.
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