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A bordo del Arctic Sunrise


Muchos asociados de Greenpeace sueñan con navegar en el Arctic Sunrise y participar en alguna campaña a favor del medio ambiente, pero pocos lo consiguen. Por eso me siento privilegiada al verme aquí de nuevo, en la cubierta del famoso barco que algún día fuera usado por depredadores de pingüinos.

Realizamos un tour por el archipiélago canario para denunciar los proyectos que amenazan las costas frente a nosotros. Visitamos la isla de Tenerife, siguió la campaña contra el Puerto de Granadilla y llegamos a Puerto del Rosario para demandar la protección del litoral de Fuerteventura.

Greenpeace reclama protección para la costa norte y oeste de la isla mediante la declaración de un Parque Nacional. Fuerteventura tiene una gran extensión de territorio virgen de enorme valor ambiental, pero es la que cuenta con menos superficie protegida de Canarias.

El litoral norte y oeste de la isla se encuentra prácticamente intacto. Alberga espacios de gran riqueza biológica, playas con dunas móviles, llanos de jable (arena de origen marino), saladares y acantilados volcánicos. En la zona norte abundan los llanos y parajes esteparios dignos de protección.

La mañana es fresca, agradable. Instalada con mi laptop junto al helipuerto, a la popa del barco, contemplo a la tripulación ocupada en sus menesteres matutinos. Intercambio una sonrisa con el oficial primero, el galés Joe Evans, con quien ayer sostuve una agradable charla. Todos los integrantes de la tripulación, unos 20 elementos, se muestran amables con los visitantes, pero ninguno acudirá para hacer por ti algo que te corresponde. No dejar que nadie haga las cosas por ti es la regla número uno a bordo del Arctic Sunrise, y un cartel pegado en la puerta del comedor nos lo recuerda. Junto al dibujo de un interruptor se lee (en inglés): “Pulsa aquí para lo que necesites. Si no viene nadie… ¡hazlo tu mismo!”. Definitivamente, no estoy en un crucero turístico.

Por las noches la temperatura baja hasta los 13 grados Centígrados, pero en el día se mantiene alrededor de 20 muy agradables grados, con un cielo mayormente nublado. El mar está en calma y eso es algo que debo agradecer, considerando que me ha tocado ocupar el camarote de proa, según me comentó Svetto, un búlgaro que sirve como electricista, es el camarote más sensible al oleaje. tan bajo que las olas rompen en el «ojo de buey» que permite la entrada de la luz solar durante día. Se le conoce como «el sitio menos propicio para tener dulces sueños», pero a decir verdad, yo los he tenido, pues duermo plácidamente dentro de las limitaciones a bordo. Tal vez, como dice Svetto, soy la primera persona que logra conciliar el sueño sin problemas en ese cubículo.

Pit Willcox es nuestro capitán, mítico navegante de Greenpeace, lo que se llama un «viejo lobo de mar», aunque de viejo, nada. Charlar con él en las pocas horas de descanso que le quedan, bebiendo café, es grata experiencia, con tantas historias que tiene para contar. El año 1986 Pit estaba al mando del Rainbow Warrior I, otro barco de la flota de Greenpeace, cuando una espía del gobierno francés que se hizo pasar por voluntaria colocó tres bombas en el barco para tratar de silenciar sus protestas contra las pruebas nucleares francesas en el Atolón de Mururoa, al sur del Océano Pacífico. Desafortunadamente falleció uno de los tripulantes, el fotógrafo portugués Fernando Pereira.

En 1985 debió trasladar a un pueblo entero, de 350 personas, 300 kilómetros más allá de las Islas Marshall porque el ejército de Estados Unidos realizaba pruebas nucleares y la zona estaba sometido a altos niveles de radiactividad. «Tardamos una semana o quizá diez días -cuenta Pit- pero ellos aún viven allí, ahora están planteándose volver, sin embargo no será antes que los científicos tomen pruebas y les aseguren que ya no queda ningún tipo de radiactividad».

Estas historias son lo cotidiano en el Arctic Sunrise, un barco que nada tiene que ver con un crucero turístico, un barco que navega para preservar nuestro medio ambiente, un barco que desafía múltiples peligros, y no son sólo aquellos que plantea la naturaleza, sino los más difíciles de sortear, los que presentan aquellos que se empeñan en acabar con nuestro medio. (Dulce Tammara)

Texto agregado el 19-01-2009, y leído por 376 visitantes. (15 votos)


Lectores Opinan
06-09-2020 Maravilloso aunque triste realidad ...lo he leído muchas veces. Gracias por enseñarme tanta verdad en tus textos. Mbo
23-12-2010 Poco es lo que nos preocupa ya el ambiente, bien dicen que el peor depredador del planeta es el hombre mismo, el más letal, gracias por tus textos******* jagomez
29-08-2010 Interesante narrativa. Me gustó. Saludos ********** sirenadelmar
27-04-2010 Me ha gustado leerte este instructivo texto. Te felicitao por la narracion. Un saludo de SOL-O-LUNA
12-02-2010 Interesante y afortunada... supongo te lo trabajaste y pasaste las pruebas para subir a ese barco. No creo que te cojan así porque así.... Un saludo! josef
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