Y desapareció el amor, se acabó el sentimiento. Como quien apaga una fogata, quien le da una patada a una lata.
Rotas las alas con las que volaba contigo, amarrado el corazón a tus recuerdos. No despego, no salgo del asombro, no me ubico a tu lado, me siento instantánea.
Que pena, que pesar, que absurdo recorrer el pasado y ver el futuro: que nadie como tú, que nadie se parece a ti: y seguiré besando sapos buscando tus ojos, mordiendo otros labios que no se desangren en mi boca, tocando pechos vacío,
teniendo sexo sin alma.
Secuestrador de musas, raptor de sonrisas, silenciador de voces, nulidad de pensamiento, mutilador de placer, caricias perdidas, canciones lanzadas al olvido.
Despecho con fado, te fumo, te bebo, me busco cuerda y me encuentro ovillo.
Harta de escribir tristezas, cansada de llorar tu muerte, suelto el luto de latido, mando al diablo tu dulce amor oxidado.
Podría llenar las páginas: desgastar la tinta de plata, sacar con mis dedos rápidos y mi letra atropellada lo oscuro que me persigue, las arrugas de mi pecho, la sequedad de mis labios deseosos de volverte a besar.
Los mejores días son los peores, son los que más me hace falta contarte mis destinos, mis azares, mis locuras, son los que me provoca llamarte y decirte una y otra vez que te amo. Son los que me provoca hacerte un transplante de palpitares para que sientas los míos y te animes a amarme como antes.
Me posee una corte de suspiros que se desencadenan incontrolables, un ataque de lágrimas descosidas que no paran de llover cascada abajo. Un dolor intenso en el pecho, en el hueco que queda donde estaba tu sonrisa.
Me embriago con alcohol barato que me arde en la boca y me quema la lengua.
Suena música de fondo, los acordes se disparan directo a mi cabeza retumbando todas las putas canciones tu nombre.
Esta mañana amarré un cordoncito rojo a mi cintura para protegerme de los males, de la envidia pura y simple, del desamor. Y no siento el efecto, no me siento en paz, no logro matar así los demonios que se alojan en mi vientre.
En la derecha la tinta oro y en la izquierda los poemas de Borges, tan correctos, tan sublimes, tan generosos de letra y yo, ayudada por tequila, escribo torpezas que lloran mi pobre alma verde manzana.
Una circunferencia, un club maldito, un vaivén, un columpio, un boomerang que siempre regresa con dolor. Y sigo amándote desesperada, calmada la loca ansia queda la sed de tu mirada. No encuentro tus ojos maravillosos, tu resplandor.
Se perdieron tus abrazos y los besos de madrugada: me siento en el circo. Rodeada
de zoológico y fauna.
Tercer trago y estás haciendo estragos en mis pensares, en mis perspectivas.
Me miento, todos los días me repito que no te quiero, que ya no leo tu horóscopo. Mentira, Capricornio: deseo que todos los días las estrellas te alumbren y alboroten lo que sentías por mi, antes cuando tu respuesta a la pregunta millonaria..
Esa: ¿Si me amabas? Era siempre SI y no el aburrido, sonso y plano NO de ahora. No te quiero así, con ese NO atravesado, te detesto.
Borges me dice que el día del suicidio uno piensa en los antiguos días felices, y yo, definitivamente me quiero matar el sentimiento. Quiero estrujarme el corazon hasta que no duela más, así, de una vez y bum, bam.. pa`fuera no sentir más, y sólo dejar una marca de un corazón en llamas tatuado en mi.
Que estupidez amarte tan bonito y desconsolado, que infantil la búsqueda de repetir juntando mi lengua con otra lengua lo que fueron tus besos, buscar en la piel áspera de cualquiera los pliegues de tu pasión.
El Dragón Vive. ¿Te acuerdas de Bruce Lee?.
Y tengo definitivamente que soltarte de mi, tengo que aceptar a golpe seco tanto desprecio, tantos “nos” seguidos, tanta voz de monje tibetano cuando me dices: no llores, yo no soy el que tú mereces, etc., etc., etc., estúpidas excusas No., 47 para justificar que te vas detrás del deseo.
Por eso me sacudo el llanto y aunque cuesta, te digo adiós del bueno, adiós y no un hasta luego porque sé que jamás habrá un hasta luego, tu corazón se secó para mi y ya no vives para verme feliz.
Pensaba decirte adiós volando en un avión, surcando el cielo con los pies lejos de a tierra, pero tengo que vivir también olvidando el abrazo de mis padres y eso me obliga a apoyarme en la mesita de anime y palmeritas que usábamos para comer y decir ante todas tus canciones, ante todos tus reflejos, ante todos tus fantasmas: Adiós XXXXXX
Gracias por quererme el poquito que me quisiste.
Yutzil 25/03/2004
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