Bonita vecindad
Se pueden ver varios balcones enfrente al mio..
Andrea, Celia y Esther son vecinas de un edificio de Congreso en medio de la ciudad.
El balcón del 6to piso es del departamento que alquila Andrea. Tiene 22 años, se independizó hace poco, es del interior y conoce mucha gente de la facultad de psicología. Desde acá se pueden ver las botellas vacias de cerveza después de las reuniones y se escucha la música tecno cuando está muy alta.
En el 7mo. Piso, justo arriba del balcón de Andrea esta el de Esther.
Esther tiene un hijo varón, Alberto, de 30 años que vive con ella pero se pasa el dia trabajando en el Ministerio de Economía y solo se lo puede ver a la noche cuando cenan juntos frente al televisor. A Esther su marido la abandonó cuando el gurrumin tenia dos años, ella nunca mas formó pareja.
Dos balcones al costado y un piso más abajo está el balcón de Celia, soltera, 52 años, de pocos amigos y dos gatos. Podemos verla dándole de comer a sus michis mientras les habla. Celia es intima amiga de Esther, las dos forman parte del consorcio y se juntan a tomar el té por las tardes en cualquiera de los departamentos.
Por lo general Andrea se reune con sus amigos, toman a destajo y fuman marihuana a cualquier hora. Rien fuerte y a veces no se entiende como entran tantos personajes en dos ambientes pequeños.
Sus vecinas odian el desorden, Celia es la que mas enojada está, llamó a la policia varias veces denunciando narcotráfico y ruidos molestos.
En la comisaria los policias de turno ya le conocian la voz.
- Señora, ya le explicamos que si no existe la compra venta de estupefacientes no la podemos acusar de nada, es problema de la inquilina, no la podemos detener.”
Repetian por lo menos una vez a la semana.
Las dos primeras denuncias, el agente de la esquina fue a tocar el timbre y se encontró con una común reunión de estudiantes, después no volvió a aparecer por el 6to “A” y Celia se ganó el apodo de “la loca del 3ro D”.
Ella se despachaba en las reuniones de consorcio insultando a troche moche con la complicidad de su amiga pero sin resultados, el resto de los miembros del consorcio pensaban que exageraba y bastante hartos estaban del mal humor de la solterona.
Celia, cansada ya de la injusticia, el atropello y el descaro con el que pisoteaban las buenas costumbres del edificio de toda su vida, resolvió sacar a la joven del medio por sus propios medios.
Cuando llegó la primavera Andrea a las once tomaba sol en el balcón con su bikini turquesa y su bronceador con olor a coco. Celia podía verla desde su balcón mientras regañaba a sus gatos. Por las noches reunión con amigos en el 6to “A”.
Celia realizó su denuncia 256998.
El martes a las 10.45 Celia pidió media docena de empanadas a domicilio de Esther, subio a la casa de su amiga.
Esther tejía a dos agujas. Las dos amigas hablaron de la novela de las tres, del alimento balanceado gatuno, el agua hirvió y prepararon el té en hebras de tilo. Lo sirvieron y cuando estaban a punto de tomarlo, a las 11.15, tocaron el timbre.
Esther atendió el portero eléctrico, abajo estaba el joven del delivery de empanadas. Sin entender demasiado, bajó a aclarar el malentendido.
Celia dejó el té en la bandeja, salió al balcón y se asomó por entre las macetas, miró hacia abajo y ahí estaba su tan odiada vecinita, tomando sol cual lagarto en bikini.
Celia eligió la maceta de los potus, la apuntó a la cabeza y la tiró. Andrea no llegó a gritar.
Entró despues al departamento, cerró la puerta de la ventana balcón, se sentó y empezó a tomar su tilo de a sorbos hasta que Esther subió. Celia le comentó que lindas estaban las plantas, y subió a us domicilio para ver el noticiero del mediodia (estaba completamente enamorada del conductor, tan serio él).
Esther iba por la fila 20 del tejido, se paró cuando sonó el timbre del departamento, abrió y se encontró a un oficial de la comisaria 8 con un pedazo de maceta en la mano.
El oficial preguntole si reconocia el pedazo de barro. La verdad era que si, pero por las dudas se fijó entre sus plantas, efectivamente le faltaba una.
“Me tiene que acompañar” escuchó de la boca del oficial.
Se pueden ver varios balcones en el edificio de enfrente. El del 6to. Tiene una mancha de sangre en el piso, el del 7mo tiene la ventana balcón abierta, un tejido sobre la mesa y la del 3 D le da de comer a sus gatos mientras les habla de las terribles noticias, de la inseguridad y de cómo aumentaron los tomates perita en la canasta familiar.
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