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Este sitio me desespera.

No digo que el edificio no sea bonito, lejos de eso, considero que es una maravilla arquitéctonica. Lo que sucede es que me molesta estar en este lugar. Daría todo mi dinero por estar en un sucio callejón de Bogotá con la sensación de ser alguien más.

Ante todo, me molesta que crean que soy un drogadicto.

No tengo nada en común con esos pobres entes de ojos grandes y cuerpos flacos con los que tengo que convivir. Sus caras de expresiones vacías, los tics nerviosos, las pieles moradas, el cabello mal cortado, las palabras que usan, su olor desagradable... son gustos adquiribles. El problema de estar en este edificio es tener que compartirlo con ellos.

Y, aceptemos al menos eso, me hacen falta mis pastillas.

Me trajeron a la fuerza, como si fuese un sujeto peligroso por culpa de lo que pasó en el cumpleaños de mi hermana. No protesté porque supe que se me fue la mano ese día. Era preferible dejar que pensaran que todo era culpa de las pepas. Dijeron que sería por un par de semanas, con algo de análisis, seguido de unos exámenes. Lo que traduce en que realmente no han tenido que tratar muchos casos como el mío hasta ahora. Eso me hizo sentir realmente vanguardista.

Pero eso fue hace casi una semana y el aburrimiento me está enloqueciendo. Pretenden que me mantenga entretenido viendo televisión, leyendo y haciendo manualidades, como si fuese un anciano o una monja. ¿Quién carajos lee en esta época de todas formas?

Pero como en todo sitio de estos, hay visitantes que hacen de dealer para los internos, trayendo droga de mala calidad a cambio de sumas de dinero que rayan en lo inmoral, o favores sexuales. Pero el cabrón de turno, que es el "tío" de una de las junkies de heroína reincidentes, no trae de mis pastillas. Me intentó ofrecer equis. Realmente no entendía de lo que le estaba hablando.

Igual le compré un porrito para relajarme.

***

Era una yerba de lo más barato. Una cosa café bastante maloliente que alcanzaba apenas para un par de chupadas y que me costó cual caviar. Sólo sirvió para que sintiera más hambre y se me acercaran a calar un par de junkies, como si fuese uno más del círculo. Algo que no me hizo sentir orgulloso.

Además, no pude dormir. Me dieron las 7 de la mañana y tocaron la puerta para llevarme a la "rueda", para que todos los maricas hablen de sus problemas y de cómo están de arrepentidos de lo que hicieron, de todo lo que se van a esforzar por no volverlo a hacer y tanta mierda que podrías ahogarte en ella. Una sola mirada a sus caras huesudas basta para saber a plenitud que en cuanto les abran la puerta saldrán derechito a meterse el siguiente pase.

Para probar que estamos hablando con sinceridad, hicieron una prueba sorpresa. Muestras de orina.

Yo estaba feliz de la vida meando en mi frasquito cuando recordé lo del porro.

***

Un mes en este albergue de la gran puta mierda. Eso me gané por una fumada y por pendejo. ¿Tienes claro que la marihuana no es más que un puente hacia drogas más fuertes?¿Quieres hablar un poco más de la relación entre tu consumo de alucinógenos y lo que llamas eme-e?¿Es similar a las metanfetaminas?

La comida sabe cada vez peor en este sitio. Al principio la tomé por simple comida de hospital, pero hay un sabor químico que se queda en mi boca después de almorzar, como una especie de remedio. Traté de mencionarlo a uno de los junkies, pero salió con una teoría de conspiración sobre mantenernos infértiles a través de castraciones químicas. Otro dijo que seguramente el síndrome de abstinencia estaba a punto de llegar.

¿De qué voy a tener síndrome de abstinencia? Mental Xpress no es una droga, es un modificador de personalidad. El puto cara de zombi se rió de mi descripción, dijo que sonaba como un rastafario.

"Llámalo como quieras, igual te está haciendo falta tu dosis."

Otra noche sin poder dormir. Vi mi cara en el espejo y me sentí fatal, estaba demacrado, flaco como un junkie, con los ojos inyectados y la nariz roja como Rodolfo el reno feliz. Estar tanto tiempo institucionalizado me vuelve como ellos. Un poco más de tiempo y me saldrán hematomas en los brazos.

Sentí por un breve instante que era un niño pequeño que despertaba en este edificio, asustado ante lo extraño del ambiente, desesperado por no ver cerca a mis padres, grité y lloré y pedí que me dejaran salir.

Me gané otra ida al psicólogo.

***

¿Entonces este sueño era una regresión a tu propia infancia?¿Qué crees que significaba esa búsqueda de tus padres?¿A qué te refieres con memorias residuales?¿Habías sido este niño antes, pero las circunstancias eran distintas?

ME-000a295 fue la tercera o cuarta persona que fui. La tomé en mi propia casa, pedí pizza, jugué videojuegos todo el día y no me acosté hasta muy entrada la madrugada. Fue divertido, inofensivo y nada memorable. Sólo algo que quería hacer con ese estado de ánimo. Lo de ayer en la noche en cambio era una perspectiva totalmente distinta, no recordaba esa parte de ser niño.

El barbudo me observa sin hacer cara de nada mientras hablo del eme-e, haciendo garabatitos en un block, incluso cuando me quedo callado a la espera de otra pregunta. Estoy más que convencido que está jugando sudoku o tres-en-línea consigo mismo mientras finge escuchar.

Gracias a eso, asumo que mi comida sabrá aún más a jarabe para la tos.

Y estuve completamente en lo cierto.

***

Dos semanas más y los episodios de personalidades que retornan se hacen más frecuentes. La ausencia de las pepas hace que aquellas personalidades que absorbí vuelvan en momentos inesperados. Temo salir mucho de mi habitación y procuro no dormir bajo ninguna circunstancia. Excepto para preguntar al amante o primo o lo que sea de la heroínomana por las eme-e. Sin novedades. Parece que este pueblo de la mierda sigue sin entrar al siglo XXI.

Uno de los episodios lo sufrí en el baño. Me cubrí el cuerpo, grité, salí corriendo y me puse a llorar debajo de las escaleras del pasillo que queda entre mi habitación y la cafetería. Mañana habrán muchas preguntas, pero hoy solo me ofrecen algo de tomar y una pastilla rosa para calmarme.

ME-003b056. Seguramente fue un residual de ella. Fue una equivocación el ensayar eso. Ser una mujer no es tan divertido como puede sonar cuando estás ebrio.

El "tío" regresa y me dice que tiene buenas noticias. Me pide que nos veamos mañana en el jardín de visitas.

***

Estoy de suerte. Son dos pastillas sin marquilla.
El suspenso me está matando. Le pregunto cuanto cuesta, sabiendo que estoy dispuesto a firmar lo que sea y que no tengo mucho en mis bolsillos ya.

Sinceramente, le chuparía la verga o le daría el culo si fuese el caso con tal de ser alguien más lo más pronto posible.

Me dice que mañana vendrá alguien y que debo hablar con él, dirá que es mi primo Francisco. Así de simple, solo debo tomar una pastilla hoy, la de color verde.

Como ya lo dije, estaba dispuesto a que me hicieran lo que fuera, pero una cosa es decirlo y otra hacerlo. No estaba seguro que me gustara la idea, pero las reflexiones solo las tuve cuando estaba de regreso a mi habitación con las pastillas en una mano y el vaso de agua en la otra. Debí haberlas arrancado como el más necesitado de los niños de Africa.

Pero igual me tomé la pastilla. No había marcas, no había números. Pensé que era como una ruleta rusa con millones de posibilidades.

***

Nunca había sido un moribundo antes. El viaje fue excelente. Poseer una mente lista para la muerte es algo asombroso. La resignación va ligada a una valoración trascendental de la vida. Detrás, en esa parte de la mente que conserva su rol de espectador, no podía dejar de pensar que el valor que tenía mi vida era bastante bajo si había llegado a ofrecer incluso mi dignidad como un cheque en blanco.

En ese mismo espacio, a medida que desaparecía el efecto, a unas 4 ó 5 horas, coexistía en el espacio de todas esas otras pastillas que había consumido antes con todas aquellas figuras que habían aparecido en los episodios que había sufrido en las últimas semanas -Todas tenían rostro ahora-.

Sentados en medio de una sala de cine, dentro de un sueño, sin reconocerme, mientras asociaba sus rostros a las personas que había encarnado, ligando pequeños rasgos, edades, sexo y actitudes a aquello que experimentaba y recordaba. La luz del proyector se encendía, todos giraban su rostro hacia la pantalla y una mujer se sentaba a mi lado para decirme que era hora de partir.

***

Mi primo Francisco es un señor de alrededor de 40, trajeado de gris, camisa blanca y corbata roja, cuya apariencia resultaba confiable como la de un cajero de banco o un médico de urgencias. Distaba mucho del sodomita violador que había creado en mi imaginación, pero igual no podía estar seguro de que no lo fuera, en especial cuando me pidió que buscaramos un lugar más privado.

Del maletín retiró una serie de aparatos, que iban conectados a una computadora de mano. "No tomará mucho tiempo, solo introduzca esto en su nariz y el aparato comenzará a subir en cuanto presione este botón. Es perfectamente normal. ¿Consumió ya la pastilla verde?"

Asentí y miles de patitas caminaron al interior de mis fosas nasales. Dejé de sentir mis manos, me entró una sensación de vértigo y unas incontrolables ganas de vomitar.

El cabrón solo dijo "¿Está usted bien? Le pregunté si había tomado la pastilla verde."

Y la verdad sea dicha, ya no estaba seguro.

Texto agregado el 19-01-2009, y leído por 143 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
20-01-2009 Muy bueno, el comentario de Yvette es excelente y si me permite, lo hago mio, también la duda sobre el final, eh?eh? marxtuein
19-01-2009 el cuento es excelente hasta en sus partes menos comprensibles ya que lector y autor entran el el torbellino de la droga y sus efectos. Descubro a un autor de envergadura y me hace feliz. Lo que no entendí es el final¿¿ Yvette
19-01-2009 Hermano que berraquera de cuento de verdad felicitaciones!!!! howl
 
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