ATRAPANDO PECES CON LAS MANOS
Es su primer día en el prostíbulo de Flores. Camina de un lado hacia el otro en la precaria habitación, comiéndose la piel de sus dedos, sintiendo lo que las otras chicas, que llevan más tiempo, le dijeron que iba a sentir. También le dijeron que nada de besos en la boca y a pensar en otra cosa. Cualquier otra cosa. Se mira una vez mas en el espejo y este le devuelve una imagen ajena. Se observa el conjunto de encaje negro fundiéndose en su piel morena, su pelo negro hasta los hombros, el rosa del lápiz labial brillando en su rostro norteño, sus ojos café chisporroteando de nervios. Estira su brazo tocando el espejo, como si quisiera preguntarle algo al reflejo que ve. El tiempo parece no pasar. Se arrodilla sobre el piso, levanta el colchón y saca un cuaderno en donde escribió una carta para su madre. Trata de poner atención a lo que escribió, de repasar palabra por palabra. No vaya a ser cosa que se le haya escapado algún detalle y que todos en el cerro se enteren. Ella es decente en las tierras donde creció. Comienza a leer con ojo clínico:
Estoy contenta. Al fin pude conseguir trabajo. Me lo consiguió una amiga que me hice. Se llama Alejandra y hace unos años que ya esta en Buenos Aires. Trabajo para un abogado haciéndole los tramites que el no puede, llevando papeles que el me da a un lugar que le dicen tribunales. !Si vieras lo grande que son los edificios acá¡ y este tribunales es enorme. Esta lleno de gente llevando y trayendo cosas como yo. Están todos de corbata. La mayoría corre, como si llegaran tarde a los trabajos o a sus casas y algunas veces hasta me empujan y todo. Nadie se saluda con nadie, será supongo porque nadie se conoce entre si.
Por suerte esta Alejandra que puedo hablarle a ella.
Buenos Aires es enorme, pero las distancias no son como las de allá. Acá todo esta como pegoteado, pero de a poco me voy acostumbrando.
En unos días me van a pagar y te la voy a mandar por un correo especial !Acá hay de todo¡ Como me gustaría que estés acá!, Hay teléfonos por todos lados, computadoras, negocios de ropa que si los vieras Má... Esta toda esa ropa de las revistas. Todos los negocios están abiertos hasta tarde y nadie cierra para la siesta y Alejandra me contó que algunos están abiertos toda la noche.
Hace dos días me llevo a lo de las computadoras y me mostró la Internet y no lo vas a creer, pero !aparecen fotos de nuestros cerros!, pude ver en la pantalla de la computadora algunos ríos de los que jugábamos con Pequi y Concepción a capturar pececitos con las manos.¿Te acordas, Má? La vez que pequi pudo agarrar uno y nos quedamos todos mirándolo, lo dorado que era y como brillaba...
Y aparecen fotos de cascadas y hasta en una se ve algo de la casa de la viuda Alicia y también se ve el camino de las flores que tantas veces fui al galope con el Mancio antes de que salira el sol. En la Internet esta todo. Te juro, Má. Me puse a llorar como una tonta cuando vi todo eso.
Me acuerdo Má que me dijiste que si me cansaba de tanto cemento, fuera a ese lugar que se llama Los bosques de Palermo y estuve ahí ayer, pero no tiene el mismo pasto, no se siente el mismo olor. Los árboles acá parecieran que están como tristes. Pero yo estoy contenta, Má. !!Quisiera verles las caras cuando reciban esta postal!!
Aunque a la noche no se puede ver el cielo, antes de acostarme rezo por cada uno de ustedes
Acordote de hacerlo trotar cada tanto al Mancio, que ya esta medio grande. Dale un beso mío a Papá, a el pequi, a Concepción y a mi primita ¿si?. A milagros regalale la postal que te mando, decile que es el obelisco y que todas esas luces son como las estrellas que se ven en los montes y también decile...
Siente los pasos y guarda otra vez la carta. El corazón le quema y se expande por su plexo. Trata de disimular la respiración agitada.
El tipo corre la cortina y entra sin decir nada. Tiene unos cincuenta y pico de años, quizás más. Se afloja la corbata y levanta el mentón con aires de importancia. Ella sigue las instrucciones y se saca el encaje negro, recostándose sobre la cama. El le pregunta la edad mientras se desabotona la camisa. "Ventidos", responde ella. El le sonríe y termina de quitarse la ropa. Sus compañeras le dijeron que pensara en otra cosa, cualquier otra cosa. Abre las piernas y trata de imaginar que lo hace para subirse al lomo de Mancio. Siente el peso del otro cuerpo, la presión entre las piernas. Le duele y mucho, pero también le advirtieron que "El cliente tiene que sentirse a gusto", asi que decide no quejarse y seguir imaginando que cabalga en los caminos de su tierra, alfombrada de hierbas y flores. El tipo le pasa la lengua por el cuello. Ella lo siente pero, también siente el viento de los cerros enredarse en su pelo negro.
El tipo se mueve más rápido y transpira, mientras ella ve como el amanecer lo tiñe todo de naranja y la última estrella que queda, aun brilla como un botón de plata.
El tipo le aprieta los muslos y jadea balbuceando: "Guachita linda. ¿Me sentís?.¿Eh?..Guachita"
A ella ya no le duele. Puede ver como el fuego del sol derrite la escarcha, que ahora es rocío.
El se mueve con más y más fuerza, pero ella ya no lo siente.
Le susurra al oído: "Linda putita sos ¿eh?", pero ella ya no lo escucha.
Mancio toma agua bajo la sombra de un sauce mientras ella ríe feliz, chapoteando en los ríos del norte, tratando de capturar pececitos con sus manos.
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