Las manecillas del reloj


Esta tarde, al entrar en casa percibo pequeñas exhalaciones que pasan suavemente y candenciosamente por mi alrededor, con extrañeza y ojos muy abiertos mis pasos me dirigen hacia la habitación, dónde se filtra un halo de luz chisporroteando de la lámpara que ilumina el pequeño escritorio.

Observo detenidamente y agudizo mis oidos para comprender que ocurre.

Me acerco dudosa y con paso corto hacia el escritorio, repasando detalladamente toda la estancia.
Hay un silencio hechizado que ... ni se oye el tic-tac de mi reloj, mi fiel compañero de pequeña esfera redonda y cortas patitas.

Pero en ése mismo instante empieza a sonar desde tu interior una sinfonía armoniosa,
preciosa, cautivadora de los sentidos, y me dejo llevar tatareando la la la , voy
entonando diferentes tonos sin sentir ése ridículo que acalla nuestra espontaneidad, sin vergüenza alguna, sin prisa, sin un pensamiento.

Me voy encandilando dando vueltas y más vueltas mirándote con enorme sonrisa creyendo que me guiñaste un ojo y entonces veo con no están tus manecillas , ésas que espejean en la oscuridad.

No marcas la hora, el hechizo te deja jugar con el tiempo.

Pequeño reloj sin manecillas, te abrazo con fogonazos de genio para fundir el hechizo y ésta sinfonía en un regalo que guardaremos en una secreta cajita de plata.