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Inicio / Cuenteros Locales / Colours / 1x18-Evocaciones en sepia, el pasado de Violeta.

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Tras despedirse de Bermellón, Rojo regresó a casa, inició sesión en Messenger intentando encontrarse con Violeta, a quién no veía hace mucho y necesitaba informarle de lo que estaba ocurriendo en su vida. Pero la muchacha no estaba conectada, Rojo lo desconocía, pero la chica se encontraba en la terraza de la biblioteca haciendo una retrospectiva que la ayudara a comprender porque demonios su relación con Fucsia había terminado.

Aquel pasaje ocurrió tan rápido que Violeta ni siquiera tuvo tiempo de asimilarlo, realmente el final de año es una especie de bestia que consume la vida de todos los universitarios, con Violeta ocurrió igual. Todo el mundo, incluyendo a Rojo, solían decir que Violeta y Fucsia eran tal para cual y que la relación parecía tan sólida que nada las podría separar, pero sin que nadie lo esperara, un día sin más, Fucsia sintió que la relación se había degastado. El corazón de Violeta nunca había sufrido tanto, porque se sentía traicionado, para ella fue un trabajo arduo enamorarse de Fucsia como ella lo requería, Violeta no creía en la monogamia y lo intentó por ella. De cierto modo la chica sentía que Fucsia había tomado todo lo que quiso y que cuando se hartó simplemente se fue. Lo terrible era que, con la popularidad que la llamada “Reina Negra” podría escoger a cualquiera de las lesbianas o chicas curiosas de la ciudad para tenerla como amante, pero ella no deseaba otro cuerpo ni otros labios que los de Fucsia, que ya hacía a miles de kilómetros en otro país. Sentirse desgarrada, mutilada era una sensación que no le era ajena, por lo mismo quería digerir la etapa rápidamente y no sumergirse en la misma depresión que padeció cuando sufrió su primera desilusión amorosa, aquella que le cambió la vida en tantas formas… de hecho, estaba íntimamente relacionada con haberse convertido en la Reina de los “censurados” de la ciudad, mientras se marchaba de la biblioteca, encendiendo un cigarrillo, a la mente se le vinieron aquellos recuerdos que pocas veces se atrevía a escudriñar.

Hubo un periodo, en que una hermosa lesbiana era considerada la líder de todos los gays de la ciudad, era admirada y venerada por vivir su sexualidad tan abiertamente que parecía ser el único nexo entre el día quieto y la noche intensa, el único vestigio de aquel mundo nocturno que los habitantes no se atrevían a aceptar. Cariñosamente fue apodada Reina negra aunque su nombre real era Purpura, la más codiciada de las mujeres, poseedora de una piel perfecta, ojos cristalinos y una cabellera intensamente roja, tan deseada, tan inalcanzable, tan irreal. Jamás se le conoció un amor serio, sus relaciones jamás pasaban de un encuentro fortuito e irrepetible y aunque eso no era secreto, no amedrentaba su popularidad. Pero como siempre suele ocurrir, no hay fortaleza eterna y lo sólido se debilita con el paso del tiempo, la dura coraza de Purpura se resquebrajó como el más blando de los metales cuando se encontró con quien sería su gran amor; Violeta.

Todo ocurrió en LeDisko, el club de Purpura, cuando Violeta lo visitó por primera vez, la muchacha poseía una belleza abrumadora potenciada por un halo de misterio que no dejó a nadie indiferente, Violeta atrajo la atención de los presentes, lo primero que pensó Purpura al verla fue en que había encontrado competencia, luego le pareció interesante tomar el desafío de conquistarla, pero Violeta parecía resistir muy bien los encantos de la muchacha o sabía ocultar su interés. La decidida y etérea Purpura fue mostrándose cada vez más humana, sólo para conseguir la atención de la nueva muchacha de la que todos hablaban, le parecía muy interesante la idea de poseerla y ser ambas las reinas de la ciudad, después de un ir y venir, de un intenso y largo cortejo ambas mujeres fueron novias, lejos de ser el inicio de una hermosa historia, tal acontecimiento trajo desdicha e infelicidad.

Violeta ni siquiera cumplía su mayoría de edad y su familia ni se daba por enterada de sus gustos, menos de que había comenzado a frecuentar uno de los clubes de la ciudad. Y que la muchacha comenzara a pasearse por las calles junto a Purpura había comenzado a levantar las sospechas de sus conocidos. Fue aquella tarde en que ambas muchachas recorrían sus pieles con sus bocas y se palpaban humedecidas por el sudor que los padres de Violeta descubrieron su romance secreto y la separaron de Purpura, no le permitieron volver a verla jamás y Purpura sintió por primera vez el dolor de un amor imposible, mientras que Violeta no sólo descubría el sinsabor de un amor prohibido sino que debía comenzar a lidiar con las miradas inquisitivas y los dedos que la apuntaban al pasar, las que sin complicaciones supo sortear, esquivar y afrontar con una impresionante madurez, porque su proceder jamás fue temeroso, porque fue eso lo que a Purpura le atrajo más, que estaba frente a una mujer de carácter.

Le costó a Violeta un sinfín de discusiones en casa, pero finalmente consiguió que se le respetase al menos su libertad de elegir y tras un par de meses corrió al hogar de Purpura para manifestarle que podrían seguir viéndose, que podrían retomar su historia, pero encontró a una muchacha totalmente distinta a la que dejó, a una quimera, una versión grotesca entre la Purpura que dominaba la ciudad y la que se había enamorado, una bestia sin dueño, un corazón frágil y temeroso que no soportó ser alejada de Violeta. Enajenada, desinteresada, sumida en la oscuridad. Se negó la posibilidad de reanudar sus sentimientos, temió volver a padecer la incertidumbre de tener todo en contra, Sólo le entregó una nota que escribió la primera noche que estuvieron separadas y le dijo que se marchaba de la ciudad, había aceptado asociarse con su hermano en el extranjero para crear otro club. No hubo nadie en el submundo que no se hubiese enterado de cómo su Reina se había marchado, dejando a Violeta en la más profunda soledad. Los censurados, que saben lo que es amar en silencio, con dificultades, sin testigos, se compadecieron de la muchacha y la proclamaron como su nueva e indiscutida Reina y desde entonces, la Reina Negra ha velado por los censurados, el pueblo oculto en la noche de una ciudad repleta hasta el colmo de los más diversos, atractivos y destellantes colores.

Texto agregado el 18-01-2009, y leído por 91 visitantes. (0 votos)


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