|                         Infinito punto rojo.
 Autor:  Florencio  Diaz  Ceberino.
 
 
 
 
 Burbujas,  por  todo  el  pasillo  del  hospital,  de  transparencia  multicolor.  Salían  del  improvisado  aparto  que  el  niño  soplaba  con  alegría.  Estas  se  reventaban  con  rapidez,  pero  el  niño  soplaba  y  soplaba.  Caminaba  tomado  de  la  mano de  su  padre,  que  intentaba  disimular  el  llanto.  Se le humedecían  los  ojos.  Atravesaban  todo  el  pasillo,  hasta  el  final.
 Habitación  ciento  cuatro: destino  de  ambos.  El  niño  entro  corriendo,  su  padre,  detrás,  con  mucha  calma  y  miedo.  La  madre,  en la  camilla  del  lado  de  la  ventana,  sonrió  al  notar  su  presencia.  Disimulando,  seco  algunas  lagrimas  de  sus  ojos  y  mejillas  con  el  revés  de  su mano,  y  le  preguntó  a   su  hijo,  como  estaba. “Bien” respondió  él  sonriendo  y  le  dijo  a  su padre  que  le  dé  el  ramo de  flores,  que  ellos  habían  traído.  A  ella  se  le  volvieron  a  humedecer  los  ojos.  Sonrió.  Hurgó  en  una  pequeña  gaveta  que  tenia  a  su  lado,  y  tomo una  caja  envuelta  en  papel  de  regalo  azul,  con  un  moño  dorado  y  se  la  dio a  su  hijo.  “Feliz  cumpleaños”,  mi  amor ” dijo  ella  y  lo  besó,  y  lo  abrazó.  Su  padre  se  les  unió.  Seis  años  cumplía  Martiniano  ese  día.
 -“¿Y? , ¿Cómo estas?” – le  pregunto la  madre  de  Martiniano  a  su  ex  marido,  mientras  el  pequeño  revisaba  con  euforia  su  regalo.  Un  auto  de colección.
 -“Bien,  aunque  preocupado.  No  se  lo  pude  decir   en  estos  días.  El  cree  que  estas  resfriada,  pero  no  es   ningún  tonto,  ya  me  planteo  algunas  obviedades.”-dijo  su  ex  marido y  padre  de  su  hijo.
 -“Es  muy  lindo , pero  mas  inteligente”  -  decía  la  madre , mientras  lo  observaba  jugar  con  el  pequeño  automóvil  de  plástico  -“ …yo  se  lo  digo  , llamalo”  .
 -“Martiniano” –dijo su padre-“vení,  que  mami  te  quiere  decir  algo”.
 El  se  acerco  tímidamente  y  le pregunto  a  su  madre  que  era  lo  que necesitaba .
 -“Amor”– dijo  ella  con  una  sonrisa  dulce – “¿Cómo  la  estas  pasando  con  tu  papi? , me dijo  que  preguntas  mucho  por  mi,  ¿es  por  que  me  extrañas?”  .
 Martiniano  asintió  con  la  cabeza.  Se  puso  pensativo.  Su  rostro  se  entristeció y  respondió:
 -“Papi  nunca  me  dice  por  que  no  estas  en casa,  dice  que  estas  enferma  pero…¿Por  que  estas  acá?”- dijo  el  pequeño
 -“Mami  esta  enferma  corazón” – al  decir  esto  se  empezó  a  quebrantar,  al  borde  del  llanto-  “Papi  te  va  cuidar,  el  te  quiere  mucho,  sabias  ¿no?” -  dijo  su  madre  mientras  le  acariciaba  el  pelo  al  niño.
 -“Si  ya  se,  pero … ¿ Vos  cuando  vas  a  venir  a  casa ?,  la  abuela  dice  que  dentro   poco   ....  ¿Hoy  venís?”-dijo  Martiniano.
 La  enfermera  entró  en  la  habitación  para  cambiarle  el  suero  a  su  paciente.  Silencio.  La  mirada  cómplice  y  tierna  de  la  enfermera  acarreaba  con  ella  una  lastimosidad,  que  dejaba  ver  el  futuro,  lo  terrible  y  difícil  que  era  la  situación  en  la  que  la  madre  de  Martiniano  se  encontraba.
 -“No  hoy  no voy  a  ir,  no  voy  a  poder  ir  mas,  quizás” – las  lagrimas  recorrían  lentamente sus  mejillas- “estoy  muy  enferma  y  …”- ella  pensó  que  su  hijo  no  entendería  razonamientos  científicos  y  solo  atino  a  preguntar –“¿me  queres?”.
 -“Si  Ma,  te  quiero  mucho”-  respondió  el  pequeño.
 -“¿Pero  cuanto,  porque  me  parece  que  yo  te  quiero  mas?”-  dijo  la  madre  con  la  voz  juguetona,  sabiendo  que  los  niños  siempre  quieren  ser  mas.
 -“No,  yo  te  quiero  mas,  porque  te  quiero   de  acá  al cielo”-dijo  Martiniano,  y  con  su  mano  hacia  gestos  señalando  el  piso  y  el  techo  de  la  habitación  del  hospital.
 -“Mmmm”- hizo  la  madre  con  su  garganta  vibrando,  la  boca  cerrada  y  el  ceño  fruncido.  –“Yo  te quiero  mas.  De  acá…”-  señalaba  el  piso  con  su dedo  índice-“  hasta  el cielo,  ida  y  vuelta”-  y  su  mano  recorre  el rumbo  de  sus  palabras.
 -“No  yo  te  quiero mas”-dijo  Martiniano  que  ya  se  estaba  enojando.  “Te  quiero de  acá  al  cielo,  ida  y  vuelta  dos  veces,  infinito  punto  rojo.”
 La  madre  de  Martiniano  quedo  muda,  solo  pudo  llorar,  besarle la  cabeza  y  reírse  de  tristeza.
 A  la  mañana  siguiente,  en  la  habitación  ciento  cuatro,  la  enfermera  daba  el  aviso  al  medico de  guardia,  y,  a  los  pocos  minutos,  algunos  familiares  y  amigos  de  la  madre  de  Martiniano  lloraban  fuera,  en  la  sala  de  espera.
 
 
 
 INFINITO  PUNTO  ROJO:  Es  la  máxima  expresión  de  amor  que  solo  en  la  niñez  de  los  humanos  se  puede  explicar  sin  preocupaciones  existenciales.
 ¿Cuanto  amor  entra  en  semejante  distancia?,  son  las  preguntas  mas  frecuentes  que  nos  hacen.  Y  luego  de  extensos  cálculos,  llegamos  a  la  conclusión  de  que  entran  cuatro  mil  millones  de  besos,  setecientos  ocho  millones  de  caricias,  cuarenta  mil  miradas  cómplices  y  tiernas,  trescientas  veintiún  horas  de  caminar  tomándose  las  manos  y  novecientos  litros  de  saliva  gastados en decir  te  quiero.
 Pasaron  años,  de  seguir  buscando  significados  a  esta  terminología,  cuando  un  científico  argentino,   luego  de  oír   estas  palabras  de  la  boca  de  su  amada  las  comprendió  en  sentimiento,  y  no  en  forma  de  oración,  y  nos  dijo,  “todos  los  resultados  anteriores se pueden  resumir  en  dos  palabras….  Te amo,  te  amo.”,  cuando le  preguntamos  por  que  era  dos  veces  la  misma  palabra  nos  dijo,  “El  primer  te  amo,  es  porque  te  amo  desde  que  nací,  y,  el  segundo,  es  porque  lo  haré  hasta  después  de  muerto”.  Todos  entendimos.  El  significado  se  hizo  popular.  Y  el  amor  de  la  gente  creció,  hasta el  infinito  punto  rojo.
 
 Fin.
 
 
 
 
 
 
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