Frente al televisor, en penumbras, un cigarrillo humeante abandonado, un vaso frío con vodka y la botella casi vacía. Ella duerme desnuda en el cuarto contiguo, a miles de kilometros de su alma. La dejó hablar y llorar, escuchó cada palabra y cada reclamo. Fingió interés, y planteó soluciones... aunque no importaba. Dijo que se iría y que ya nada lo evitaría, solo que él la amara. Silencio. Decieron esperar al amanecer, como si este fuera el determinante. No resistió ese insomnio indiferente al sueño de su mujer. Lejos en las pastillas y el alcohol, sumergido en un canal de musica y fiestas... recorriendo el pasado, sin sueño y amaneciendo. Dejaría pasar las cosas, no podía amarla y tampoco arrastrarla en su caída (como aquel tango "confesión").
Se despierta en el sillón con el sol retumbando en su cara. Busca en el cuarto y solo encuentra sábanas abandonadas al azar, anárquicas. Su perfume esta allí, como la piel de una serpiente recién mudada. Una nota al lado de la botella vacía: "... Además te amo, y hace tiempo y frío...".
Llora en silencio y se acuesta, no tiene fuerzas para enfrentar el domingo, todo sobra. Se envuelve de recuerdos y una vez arropado de imposibles respira despacio, sonríe con el alma en pedazos.
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