Un coagulo amargo en tus pupilas
Vislumbra el cielo que no tienes,
Forjando un manojo de trenes desertores
Entre vías que jamás serán cruzadas.

Y a la vista, un perro que no calla
Que se escurre vacilando entre durmientes
Con el sol de la mañana entre las patas
Sedientas, por las venas que no tienes.

Tren a sangre, a tu llamado esperan
Los vidrios de sus ojos largos,
Evidentes, sutilmente apolillados…
Por la ansiedad que mastican tus trompetas.

Y al fin te dignas a moverte con tu herida
Tren desfigurado y sin respiro
Que cargas en tus tripas puras penas,
De gente con sed sobre tus ojos tristes…