He soportado lo suficiente de ti. Todo mi ser te detesta. Al principio me eras indiferente, no me afectabas en lo absoluto, meramente eras el medio para un fin. Pero, a medida que fue pasando el tiempo, empecé a descubrir tu verdadera naturaleza. Tengo que admitirte que hasta me llegaste a caer muy bien, pasé gratos momentos sobre ti, los ventanales (y su vista) que te acompañan siguen siendo de mi agrado, a ellos sí los llevo en mi corazón, a ti ya no. Eres engañosa y falsa. A primera instancia das ese look moderno, segura, pacifica e inofensiva, pero la verdad es otra, eres en realidad exhaustiva y tediosa. Tú y las de tu tipo son todas iguales, y todas me recuerdan a ti. No te bastaba con el honor de acompañar mentes brillantes (como algunos de nuestros profesores; algunos) y futuros potenciales, no, codiciosa narcisista, tenias que hacerte presente en todos los que te suben, quitándoles el aliento y dejándolos bofos.
Te necesito, no lo niego. Sé que soy en tu vida un simple pasajero, como habrá otros, pero quiero que sepas, que después de que salga de aquí te olvidaré, que es mucho, mucho, mucho peor de lo que tú jamás me podrás hacer a mí. Te quedarás olvidada y vieja, como te han dejado muchos antes que yo. Yo seguiré viviendo mi vida y tu te quedarás atorada en la rutina. Lo que ahora llaman moderna, tú serás testigo como se convierte en anticuada, no te aferres al término clásico, nunca lo serás, no tienes lo que se necesita.
Al principio empezaste nuestra enemistad con una disputa entre tú y yo, personal, lo que está bien, puedo lidiar contigo. Pero cuando me hiciste resbalar en público, ¡eso no te lo perdono! Hacer pública de esa manera nuestro mutuo disgusto es, simplemente, muy bajo. Estaba bien al principio, tus burlas hacia mí, de cómo vomito un pulmón al terminar de subirte, estaba bien, me hacían reflexionar acerca de mi salud, inclusive llegaron a motivarme para mejorarla, sentí el reto. Con pena, llegué a admitirle a mis compañeros el porqué de mi falta de aliento al llegar al salón, de cierta manera, yo mismo me lo causaba. Eras la razón por la cual dudaba fumarme un cigarro antes de entrar a clases, estaba bien. Pero, cruzaste la raya, fuiste demasiado lejos. Tal insulto no te he dado jamás, mucho menos lanzarte de bruces, y para terminarla de chingar ¡Enfrente de mis colegas! ¿Alguna vez has tenido que recoger todos, y cada uno de tus lapicitos y cuadernos enfrente de una multitud burlona, carcajeando tu desgracia? Lo dudo mucho.
Es por eso que te escribo, y para decirte que durante las vacaciones me he estado preparando para que la broma este en ti. Unos cuantos minutos en mi nueva escaladora son todo lo que necesito, aparte, dejé el humo. Ya no mas hiperventilaciones al ir al baño (que indudablemente tenían que ponerlos en el primer piso), ya no mas resbalones; ya no más humillaciones. No planeo resolver nuestro pleito, aun te daré la mirada más desagradable que me tenga cada vez que te vea, pero, aunado a eso vendrá toda mi concentración con cada peldaño. No me importa si llego 20 minutos tarde a mi clase, no pasará de nuevo, eso te lo puedo asegurar.
P.D. Noté que te pulieron. Te sigues viendo igual de fea, tonta.
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