Me revolcaba sin mostrar espanto, ése que uno siente cuando se encuentra con la mujer ideal.
Ella ofrece helados de postre en una sucursal de comida rápida, entonces mientras masticaba yo, la última mitad de la gran hamburguesa, veía de reojo, haber si venía… No quería helado, quería sus ojos, su figura, su voz… Era mi oportunidad de pedirle su nombre, quizá su número… Antes y para acelerar el proceso, debo dar mi último bocado; ella jamás demora, cuando se trata de mi. Tomé el bocado y mastiqué con velocidad… Ella apareció de inmediato, mucho antes del fin… Un gran bocado, un gran fracaso siendo destruido con la desesperación del diablo.
Ella preguntó si quería algún postre, mostrando su cartilla de opciones… Yo decidí apuntarle a ella, con la boca llena… Quizá comprendió… Me trajo un “milkshake” y dio el primer sorbo. No dije nada, no hacía falta, nunca hizo falta, nunca hará falta, el helado tenía su sabor, un sabor ideal.
Will
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