02:00 horas.
El bar-restaurante “La Rosa Negra” era de los locales más finos de la ciudad. Frecuentado por estrellas de la televisión y las películas, por modelos, deportistas y por los nuevos jóvenes de éxito en las empresas, la nueva generación de ejecutivos hermosos, atléticos y narcisistas. La música que invadía el ambiente eran tonadas suaves en inglés de los años ochenta y calzaban a la perfección con el decorado compuesto principalmente por madera y plástico.
La joven mujer entró al local confundiéndose entre el glamour de la concurrencia. Dio un ligero vistazo alrededor y se dirigió elegantemente hasta una pequeña mesa ocupada por otra joven y atractiva mujer vestida de un azul turquesa y que sólo tenía servido una pequeña copa de cóctel con un brebaje rosado y de frutal aroma.
-¿Puedo acompañarla?-. Preguntó la recién llegada.
La mujer sentada dio un ligero sorbo, un suave beso, a su bebida y asintió con la cabeza. La recién llegada desabotonó la chaqueta de su traje de dos piezas, dejando ver una exquisita blusa tornasol ajustada a su bien formado busto, y se sentó.
-No fue fácil encontrarla.
-Es que a veces suelo desconectar mi GPS ¿Deseas beber algo?
-No gracias, sólo debo darle un mensaje.
-Tenemos tiempo-. Dijo la mujer de azul y levantó la vista llamando la atención de uno de los atentos camareros.
La mensajera pidió una copa de vino blanco al camarero y sonrió a la mujer de azul.
-Es usted muy distinta a como la había imaginado.
-Suelen decirme eso.
Se observaron en silencio unos momentos. La mujer de azul turquesa tenía una mirada profunda y escrutadora pero a la vez fría y no dejaba que la mensajera entrara a su mente a depositar el contenido de su encomienda. Una vez que el camarero ya se había retirado después de dejar el vino volvieron a hablar.
-Disculpa que no te deje trabajar como acostumbras-. Dijo la mujer de azul -. Tendrás que darme el mensaje de forma oral.
-Nuestro Señor requiere sus servicios-. Respondió la otra sin perturbarse por tal inconveniente.
-Yo ya no sirvo a tu Señor ni a ningún otro desde que fui desterrada y perdí mis privilegios-. La mujer de azul sonó seca pero a la vez su mirada era de un morboso interés -. Continúa.
-Hay rumores muy fuertes pero no confirmados de que un grupo de no humanos está conspirando para iniciar una guerra en este reino. Mi señor requiere que descubra exactamente de que grupo se trata y consiga pruebas para una acción de “limpieza” lo ates posible.
-Eso ya lo he oído cientos de veces y sólo dos de ellas fueron reales.
-Mi señor está preocupado porque esta vez podría poner en riesgo la Sinarquía actual y sus planes a futuro. A cambio ofrece su total y absoluto perdón.
-¿Y se supone que su perdón me importa? ¿Alguna idea sobre quienes buscan este “Caos”? – La Exiliada parecía cada vez más interesada pero nada indicaba a la mensajera que fuese a aceptar.
-Nada oficial-. Dijo la otra, encogiéndose de hombros-. Quizás Vampiros o Lobos.
-No es factible. Los Lobos son fuertes pero siguen organizados como gitanos, y los vampiros se han convertido con los siglos en un montón de disfuncionales pervertidos. Por ejemplo, esos dos gay de la barra (la Mensajera se giró un instante para ver a los jóvenes ejecutivos que mencionaba la Exiliada), antes seducían hermosas flores como tú, ahora se dedican a beber la sangre de su propio sexo. Asquerosos.
-No imaginé que le molestara la homosexualidad, teniendo en cuenta lo que dice la historia de usted.
La Exiliada dio una carcajada que hizo que varios alrededor girasen a verla pero sólo por un segundo, su mirada a cada uno de ellos les heló la sangre.
-No es eso, querida, es sólo que ver como una raza tan bien creada y desarrollada como la de los Vampiros sea ahora lo que son, pues, simplemente me da náuseas.
-Deduzco que puede percibir la naturaleza de todos en este lugar.
-Sólo el sesenta por ciento de los habitantes de la Tierra son humanos, el resto se divide en ángeles, demonios, algunas mezclas de ellos con humanos como los Incubus y las Sucubus, Vampiros, Lobos, Nefelines, Grises, Reptoides, Espectros, Duendes, Ninfas y el resto de la lista es demasiado para una noche.
-¿Y usted puede detectar la naturaleza de todos ellos?
-Si observas la mesa que está a nuestra izquierda donde hay tres mujeres verás que una de ella nos observa fijamente. No es necesario que mires ahora. Ellas son Persecutoras, y cuando termine nuestra conversación vendrán por ti y absorberán tu energía para leer tus recuerdos y saber qué acabamos de hablar.
La mensajera se puso nerviosa. Sabía de muchos casos de Mensajeros atacados para obtener los secretos que les eran confiados. Muchos de ellos nunca llegaban al conocimiento público de los humanos, siempre alguien limpiaba los restos.
-Entonces quizás debería irme-. Dijo terminando de beber su copa de vino.
-No es necesario-. Respondió la Exiliada, sonriendo y poniéndose de pie-. Se me hace tarde. Y respecto a tu Señor, yo misma le haré saber mi decisión a su propuesta.
-¿Y qué hago con las Persecutoras?
La Exiliada acercó su boca al oído de la Mensajera y susurró en él.
-De eso no te preocupes, no leen las mentes muertas-. Y sopló suavemente el oído.
La Mensajera sintió como su sangre se espesaba en su interior y cómo los órganos de su cuerpo dejaban de funcionar uno a uno mientras se convertían en arena y roca.
La Exiliada salió antes que alguien, incluso las Sucubus que las vigilaran, se diera cuenta de lo ocurrido. Desapareció en la noche con rumbo a buscar algunas respuestas a preguntas que comenzaban a nacer en ella. |