¡Pobre Huayta!, pensaba Cori Paca mientras caminaba a la ribera de una inmensa y cristalina laguna. ¡Qué tontita! tenías pena de una persona que solamente te había fastidiado y complicado la vida, que sólo se acercaba a ti para humillarte, acaso no recuerdas cuando te acusó de robarle sus vestidos y de quitarle sus adornos, no desistiendo de sus acusaciones a pesar de ver como eras cruelmente castigada. Es una princesa, es dueña de un gran castillo, de vestimentas lujosísimas, pero no tiene lo más importante: libertad, seguía pensando Cori Paca. ¡Hay mi niña! tuyas deberían ser todas esas cosas, tú con tu espectacular belleza eres más princesa que ella.

Voltea niña mira quien te observa, es esa curiosa ave. Sintió una rara presencia y volteó, pudo observar a un águila mirándola fijamente, se acercó un poco, el ave no se asustó, no retrocedió, esto a Cori Paca le generó más curiosidad y se aproximó aún más al águila, se acercó tanto que pudo acariciarla con la palma de la mano y al ave pareció gustarle. ¡Corre niña! ¡Huye!, no es un ave es el terrible Amaru, seguro quiere matarte para calmar su sangrienta ansiedad, o tal vez, seducirte como lo hizo con Huayta. El ave voló y le dejó a Cori Paca una sensación extraña, algo entre el alivio y la pérdida que fue exhalado como suspiro. Él volverá mi niña lo sé y seguro esta vez no será tan contemplativo.