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El pasillo era frio, aseptico, iluminado por una gelida luz flourescente. Olia a lo que huelen los hospitales: a productos quimicos y desechos biológicos: a vida y muerte. Pedro andaba en circulos por los escasos dos metros de los que disponía en el agobiante pasadizo. Por fin la puerta se abrió

- Pase, pase- dijo el doctor Gomez antes de desaparecer hacia el interior de su despacho

Pedro lo siguió. El interior, en contraste, era calido. Aún así había pocas cosas resaltables en la estancia: unas cuantas estanterias, una mesa llena de papeles con un ordenador sobre ella y un par de sillas colocadas frente a ella. El doctor se sentaba tras la mesa, consultando los datos de un papel y tecleando apresuradamente en el ordenador. Frente a él, sentado al otro lado la mesa había otra persona que Pedro rapidaménte indetificó como uno de sus vecinos. Ambos se mirarón sin comprender, mientras el doctor seguía tecleando. Finalmente, el médico alzó la vista por unos instantes.

- Oh, sientese- tras esto vino otra larga pausa mientras el doctor rebuscaba entre sus papeles y consultaba un par de expedientes con mirada ceñuada- Bueno, a lo que ibamos... que vuestro padre acaba de palmarla. Quería deciroslo cuanto antes, porque hay que mover ese cadaver asqueroso a la morgue.

La noticia no sorprendió a Pedro. Al fin y al cabo, había ido viendo su constante deterioro. Cada opinion médica que pidió le había dicho que no había esperanzas, e incluso él, optimista por principios, había llegado a comprender que aquel cadaver no se mantendría con vida mucho tiempo. Por eso, lo que le perforaba la cabeza era a que se debía la presencia de su vecino allí.

- ¿Que...?- la pregunta fue interrumpida por el urgente sonido del telefono del doctor
- Discuplenme un momento- dijo este apurado- ¿Si? Ah, hola, Lucia ¿Que tal? ¿Que es de tu vida? Ya... vaya. Aham, si, me gustaría quedar hoy para cenar pero es que, veras, estoy algo ocupado- dijo el médico mientras volvia a teclear en el ordenador- Si. Claro, sin problemas. Ya te llamó yo la semana que viene. Cuidate. Y ya me contarás que tal en tu viaje por Turquía ¿eh?. Venga, hasta otra

Pedro y su vecino se miraban con ojos atonitos.

- Bueno, ya está. Por donde estabamos... ah, si. Pues eso, que ha palmado. Creo que de un fallo cardiorespiratorio.
- ¿Cree?- preguntó el vecino de Pedro
- Si, creo. Es que verá... solo he tenido tiempo para leer la mitad del informe.
- Ha dicho... acaba de decir que nuestro padre está muerto... pero... verá... es que nosotros... no somos hermanos- dijo titubeante Pedro
- Ya lo se- hubo una larga pausa- Oh, venga, lo expresaré mejor... quiero decir que su padre a muerto- dijo señalando a su vecino- y el suyo también.

Un silencio denso e incomodó se hizo en la sala, hasta que fue roto por el ruido del frenético teclear del doctor. Un rato despues volvió a alzar la cabeza

- ¿Aún siguen aqui? ¿No ven que soy un hombre muy ocupado? Asi que venga, a superarlo.

Texto agregado el 13-01-2009, y leído por 74 visitantes. (0 votos)


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