Dejenme decirles que mi Juan es un santo. Trabaja de sol a sol, en esa maquila de mierda, para traerme mis centavos, para que me alcance para la tortilla. Yo paso aqui, en la casa, como soy mujer, eso es lo que me toca.
Yo no creo que Juan haya tenido la culpa de nada, al final es hombre, pero cuando la vecina me vino a advertir que la esposa de su hijo le habia contado que habian visto a Juan con una fulana, me quede pasmadita.
Yo ya venia notando que Juan ya no se comia las seis tortillas galanas que le hago todas las noches con los frijolitos. Mujer, dame solo cuatro, que asi no bajo la pansa que tengo. Y es que mi Juan, no es pechito, como ese retajo de indios mal nutridos que se ven en la colonia. Mi Juan tiene sus redondeces y unos brazotes que me hacen suspirar.
Pero, como dije, ya venia notando que se estaba
haciendo mas vanidoso. Estaba haciendo pechadas, banjando la panza, rasurandose dia si, dia no, y hasta se compro en la botica de don Napo, una su agua de colonia. Yo sin decir nada, porque ya lo conozco, si meto mi cuchara, si pregunto, ya lo escucho diciendo> Que mujer mas metida, mejor hace el oficio, que eso es lo tuyo.
El dinero tambien ya no era el mismo. Y Juan diciendome que era porque le habian subido a la comida, y el se tenia que comer su pan dulce con gaseosa todas las tardes, que le habia prestado al comprade, pobrecito, y otras mil excusas que ya ni me acuerdo el que. Pero, como le voy yo a reclamar, me va a decir que soy una mal agradecida, que casa y comida me da, y hasta un mal golpe en la cara me puede soltar, como aquella vez que me pego el cachetazo porque le dije que me parecia raro que le hubieran subido al pan el doble, y que mejor debia ir a dar una vueltecita al cafetin, a preguntar. Me pego por insinuarle que era un mentiroso, pero yo tengo la culpa por andar hablando de mas, cuando pasa tan nervioso y cansado, porque no me lo contemplan en la maquila de mierda como el se lo merece, por ser un trabajador ejemplar.
Asi que cuando llego la niña Chita a decirme que habian visto a mi marido saliendo todos los dias con una mujer, no supe que hacer, pero mi sexto sentido me decia que algo asi se me venia. A Juan no le puedo reclamar, Dios me libre, imaginense, se me va y me deja con los cinco cipotes, y ni ayuda me daria. Y no seria su mala voluntad, no, es que si ya no soy su mujer, si no le doy sus derechos, que obligaciones tendria. Cuando a una la dejan, tiene que conformarse.
Y yo no quiero que me deje, ya ni en las noches sentiria lo tibiecito de su cuerpo a la par mia, ya no me meteria la lengua en la boca, me tocaria, me haria mujer, asi, cayaditos y en lo oscuro, para que los cipotes no se den cuenta. Y es que yo no puedo dejar de sentir, no soy de palo, mis necesidades tengo, cuando a el le dan ganas, porque una no tiene que andar de aventada, tambien hay que hacerse la rogada, no como esa cualquiera ofrecida que anda metiendosele a Juan.
Y en la colonia, como andaria con mi cabeza en alto, ya no seria una mujer acompañada, sino que andaria sola por la vida. Ya me imagino a las vecinas, diciendome cosas buenas en la cara, y a mis espaldas andarian inventando mil cosas, para denigrarme... no, no puedo vivir asi, algo tengo que hacer.
Al fin me decidi a visitar a don Lito, dicen que para eso tiene buena mano. A mi me daba un poco de miedito, pero mi prima dice que es infalible, que ahuyenta a las sinverguenzas que le vienen a quitar a uno a su marido.
Me hizo fumar un puro, amargo, me dio tos, despues me paso un huevo por todo el cuerpo, quemo ruda, dijo unas sus oraciones. Me dijo que repitiera un seña secreta, que todas las noches se la repito a la luna, cabal a las doce de la noche. Me faltan tres dias mas, y asi regresa Juan conmigo.
Es que la culpa no la tienen los hombres, ahi donde ven que les abren las piernas, ahi quieren meter sus asuntos. Y una, que pasa trapiando, barriendo, cocinando, planchando y cuidando a los cipotes, ya no le da tiempo de arreglarse, de trenzarse el pelo, ponerse su perfumito. La culpa la tiene la otra, la perversa, que anda metindose con un hombre de compromiso, queriendo revolcarse como perra con el marido de la otra, en cualquier esquina, la muy cochina. Mi pobre Juan es la victima, y tan bueno que es, pues no le puede decir que no, pues si, si cuando a un hombre le prestan atencio, uy, ya no saben que se hacen.
Pero don Lito me va a ayudar, me va hacer el trabajito, para que se vaya, se aleje de mi hombre, mi Juan, pobrecito, que culpa va a tener?
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