Está.
La mujer de viento, etérea,
con el vientre lleno de preludios.
La que sabe desnudar a la belleza.
La dueña de los mundos.
Está.
La prostituta de los días.
Hablando, lentamente, como besando con la voz.
Está.
Ella.
Naciendo de la luz y duplicándose en el aire.
Una mujer,
abriéndose al lenguaje,
seduciendo el vuelo de los pájaros.
Está.
Ella.
Una mujer.
Después hay otra; la única alcanzable.
Texto agregado el 13-01-2009, y leído por 199
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