Hola…
Sé que estas ahí y que me miras fijamente,
sé que no lo haces de forma morbosa y que simplemente me estas esperando,
pero como ya te habrás dado cuenta,
aun tengo ganas de hablar un poco más…
Quisiera ofrecerte asiento y que me contaras que tal estuvo tu día,
pero por lo que veo tienes afán y mi terquedad te esta atrasando,
y al ver como están las cosas por acá tienes mucho que hacer ¿cierto?.
Sabes… ahora que te tengo tan cerca te voy a confesar algo,
¡nunca!, escucha bien, ¡nunca! te he tenido miedo,
pues desde que nací has estado ahí persente, a mi lado,
y aunque muchos no lo notan yo sí me percate de ello,
tal vez es por eso es que esos muchos no te comprenden.
Créeme que aunque callada
tengo que reconocer que eres con quien mejor he charlado en mi vida,
porque no eres grosera al no mencionar palabra alguna,
sencillamente escuchas con atención lo que te que decir;
te hallo la razón si piensas que hablo mucho
y de verdad agradezco que hallas tenido la decencia de no interrumpirme aún.
¿Es hora verdad?... Lo puedo sentir,
que manera tan delicada de quitarme el aliento,
no eres tan fría como la gente dice,
debe ser por que no te conocen,
pero…¿quién te conoce? si solo te ven una vez en la vida.
Antes de que te vayas y yo junto contigo,
déjame agradecerte por permitirme conocerla,
gracias por dejarme verlos nacer y crecer,
gracias por darme el tiempo suficiente para ser quien fui,
y gracias por llevarme ver a quien no veo hace ya un buen tiempo.
Hola… al fin sales de la sombra y me das la cara,
no eres para nada como te pintas y te narran,
a decir verdad eres todo lo que creí que serias,
que gusto que no tengas esa tunica negra y
ya decía yo que era inservible esa guadaña…
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