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Luego de quince minutos, Bermellón apareció y con su imagen se esfumaron todos los miedos de que la sintonía manifestada el día anterior desapareciera con la llegada del nuevo día. Juntos almorzaron e hicieron un montón de tonterías, hasta entonces Rojo nunca había sentido tal conexión con otro hombre y parecía insólito que llevaran tan sólo horas de conocerse. Al llegar la tarde, ambos se fueron a casa de Bermellón, como la noche anterior. Rojo estaba dispuesto a quedarse, nada había que se lo impidiera.

Los besos no tardaron en llegar, las caricias, comenzaron a despojarse de sus ropas, todo era placentero e irreal, entre la oscuridad de la habitación de Bermellón, en donde el anaranjado de las luces de la calle apenas y conseguía revelar los cuerpos de ambos jóvenes, Bermellón parecía más decidido, Rojo, aunque disfrutaba de lo que estaba ocurriendo, sentía que todo estaba avanzado demasiado rápido y temía volver a desilusionarse. Besó a Bermellón, le tomó el gusto a sus labios y algo le pareció distinto, todo iba muy rápido eso debía ser lo que a Rojo le estaba molestando, para sí mismo se repetía ”Sólo es eso, sólo es eso” … No quería asumir que su mente se estaba apoderando de imágenes del pasado que no quería recordar, Bermellón se posó sobre él, besaba a Rojo y en un instante se quedó encima, observándolo, la tenue luz anaranjada hacía que sólo una mitad de su rostro fuera visible, aunque ambos ojos destellaban con un brillo inusitado que inquietó y congeló a Rojo, más aún cuando el chico preguntó ¿Eres activo o pasivo? … Sabía que los chicos gays de la ciudad no eran muy dados a respetar ciertas etapas de las relaciones, y que aquello no era lo más crudo que le habían preguntado, pero era la actitud de Bermellón, tan depredadora lo que lo derrumbó, empuñó sus manos y se quedó paralizado, Bermellón se excusó de sonar grosero, de un momento la magia que los había rodeado durante las horas que llevaban de conocerse había desaparecido, y eran nuevamente dos extraños, medio vestidos, montado uno sobre el otro en una pequeña y oscura habitación, era más de media noche pero Rojo no podía quedarse ahí, la situación, todo era muy incomodo y decidió marcharse, Bermellón se sentía muy mal pero aceptó, lo acompañó hasta la calle, excusándose de lo sucedido:

-Aún podemos vernos mañana- preguntó Bermellón.

-Claro-Dijo Rojo sin tener certeza sobre ambos.

No pasó mucho tiempo para que un taxi transitara por el lugar, Rojo se despidió de Bermellón y recién sentado y contemplando la hermosa luna que coronaba el sombrío azul de aquella noche empezó a asimilar lo que había ocurrido y se sintió horriblemente confundido, no fue la osadía de Bermellón lo que lo espantó, sino que eso le trajo recuerdos de esos que uno prefiere olvidar y nunca más lidiar con ellos… su Mp4 reproducía Good Enough de Evanescense lo que acentuaba el tono lúgubre que había tomado la noche, el trayecto a casa se hizo eterno, Rojo disfrutaba el viento helado de la noche, la luna blanca lo distraía, no quería repasar en su mente la escena vivida con Bermellón, menos los recuerdos que le trajo de aquel hombre, que alguna vez intentó abusarle. No fue una buena noche, Rojo despertó un par de veces con sobresaltos, y sus puños comenzaron a dolerle pero instintivamente se cerraban al recordar, por primera vez en mucho tiempo, las preocupaciones de Rojo no giraban en torno a Marrón, ni al estar solo, sus miedos resurgían del pasado y de que precisamente éste no le permitiera disfrutar del futuro.

Texto agregado el 12-01-2009, y leído por 96 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
12-01-2009 Buen texto , interesante tema... naiviv
 
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