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Marianita venía trabajando en el hotel Hampton cerca de cuatro años seguidos sin haber gozado de vacaciones. Ese atractivo hotel con sus imponentes treinta pisos, estaba ubicado como una joya turística en plena Quinta avenida del alto Manhattan.
Marianita tenía la costumbre de iniciar sus labores después de persignarse rogando
al cielo no cometer ningún error a la hora de hacer la limpieza de los cuartos de huéspedes. También pedía que al abrir cada cuarto con su llave maestra, sus ojos tuviesen la felicidad de encontrar alguna propina que le cubriera, al menos, el pasaje que a diario gastaba en el tren desde Pensylvania hacia ese lugar.
Aquella mañana en que todo Manhattan amaneció cubierto de una nieve apetecibl
que invitaba al relajo, ella se enteró de un incidente que había rodado por todos los pisos como una ruleta de feria.
Quedó casi petrificada cuando al entrar a la sala de reuniones un cúmulo de miradas acusadoras se dirigían a ella. Todos eran jefes de alto vuelo, vestidos con impecables ternos, bañados en ricas lociones, y manos cruzadas sobre aquella mesa de charol dispuestos a interrogarla. Estos jefecillos habían dejado sus oficinas para venir a esta reunión donde Marianita era el centro de atención. Nadie contestó su saludo de un alegre buenos dias, señores. Al instante, sintió el el mal humor caldeado de esa gente, perforándole hasta los dientes. La sonrisa de su rostro juvenil se le borró. La rigidez empezó a invadirla en aquellos primeros minutos.
Con voz constreñida la supervisora arrojó al aire una pregunta acusadora.
-Dígame Mariana, ¿usted limpió el cuarto 707 el día de ayer?.
-Claro que sí doña Martina. Ha sucedido algo?
El rostro desencajado de doña Martina ya le anunciaba que se avecinaba un torrente
de reclamos. Martina empezó su discurso dándole cuenta detallada de lo que había ocurrido la noche anterior.
-La huésped del 707, en plena madrugada, salió gritando de dolor. Tenía una herida en su pierna izquierda. Dejó un charco de sangre sobre la peluda alfombra azul de la entrada.Ella explicó a la recepcionista la forma en que ocurrió el accidente. Todo sucedió cuando la huésped se disponía a descansar en su cama. Ya en la madrugada, advirtió, alarmada, que su pierna estaba sangrando. Prendió la lamparita para ver con más detalle el interior de la cama. Al estirar las frazadas, vió con horror que un filudo vidrio se le había incrustado en su pierna. Cerrando lo ojos, se lo sacó suavemente, como si extrajera la mala yerba del lodo. Examinó su pierna con vista de cirujano y dejó caer, primero, una gota de sangre. Luego, erosionó un chorro. Las sabanas, almohadas y cobertores quedaron teñidos de rojo. El escenario se dibujó escalofriante. Esta es la version resumida que la afligida huésped ha expuesto ante la recepcionista.
Por un momento Mariana pensó que aquella señora había sido encontrado muerta por culpa suya pero advirtió que el drama de este asunto había llegado a su mas alta expresión. Tendría tiempo de pensar en cómo esclarecer este rollisa telaraña empezando por encaminar sus ideas hacia el camino de la razón.
El Mánager tenía que cerciorarse de la version de la señora Power, por eso inició su tarea reuniendo las pruebas necesarias que lo convencieran de este insólito caso. El consideró que las manchas de sangre en las sábanas y el vidrio encontrado por la huésped en su cama, eran contundentes. ¿ Sería cierto lo narrado por la señora Power?. Mientras durase la investigación la gerencia tenía que asumir la responsabilidad. Era la politica aceptada por esta cadena de hoteles aceptar la queja de un huésped, evitando que fuese regada publicamente como una bomba de tiempo, restando puntos al negocio hotelero.
Ella fué excelentemente compensada. No se le cobró ningún centavo por las dos semanas de alojamiento. Además, se le dió un bono para ella y dos personas más, de hospedaje gratuito durante todo el año. Se le incluyó también una cena en un crucero por el rio Hudson, bordeando toda la isla de Manhattan.
Doña Martina asentuando su indiscutible autoridad, se lo increpó a la pobre Marianita.
-No es gracioso poner en peligro la salud de las personas y causar pérdidas para el hotel por tu descuido. Te lo advierto, si esto se vuelve a repetir, tendrás que irte de este lugar.
Finalmente, la sentenció.
-Además, la gerencia ha tomado la decisión que desde mañana ya no estarás a cargo de los dos pisos que se te dieron para limpieza. Trabajarás rotando por todos los treinta pisos, como una principiante. Puedes retirarte.
No podía creer lo que estaba escuchando. Era tan fantasioso este relato que no sabía si reír por la desbordante imaginación de la huésped o llorar por la fuerte reprimenda que la supervisora le había dado. Nunca la vió destilando tanta ira.
Pero Marianita no se quedó con los brazos cruzados. Tenía que hacer algo a su favor. A nadie le consta si hubo o no un vidrio en la cama. Pudo dejarlo la propia huésped por descuido o con mala intención. Lo único que consta es la herida superficial en su pierna izquierda.
Al día siguiente de lo sucedido, Marianita se levantó más temprano de lo costumbrado. Estaba inquieta y no sabía porqué. Entró presurosa a la ducha y all estirar su mano hacia la jabonera, enseguida abrió sus ojos de aceituna. No podía creerlo. La prominente piedra de zafiro finamente engastada en su anillo de oro blanco se había desprendido. Casi se desvaneció. Una profunda desolación se apoderó de ella.
La joya se la había obsequiado su novio Lorenzo Krusiyac hacía apenas un mes. El era un judío acaudalado, accionista de los chocolates Herchey . El la llevaría al altar un esplendoroso cuatro de Julio.
Cuando Marianita se lo puso el día en que Lorenzo pidió sumano, gustosa le prometió no sacarse el anillo por ningún motivo hasta el día de la boda. Cumplió su promesa, pero la hermosa piedra ya no estaba en su lugar. El brillo que realzaba su mano se tornó en un opaco reflejo.
Pensó que esta pérdida era un mal presagio para su vida. Estaba sumergida en este pesar cuando de pronto, la jóven se sobrepuso y recordó algo que la invadió de esperanza.
-Ahora recuerdo que trabajando en el cuarto 707 mi anillo se trabó en el cierre de una funda de almohada. Incluso ésta se desgarró y al sacudirla con fuerza casi todas sus plumas salieron flotando en el aire. Posiblemente allí fué donde la piedra se salió y quedó escondida en el interior de la cama. !Tenía que recuperar su piedra!. Sin perder tiempo en mas divagaciones se lo dijo al Manager.
Por la tarde, la recepctionista recibió el mensaje del señor Salermo.
-Señorita, estaba preocupado por la salud de la señora Power. Ayer por la tarde, al tomar sus clases de danza, se tropezó con su pareja de baile. Este la soltó y ella salió disparada, estrellándose contra los cristales de la puerta. Se cortó la pierna izquierda y estaba muy adolorida. Yo mismo le ayudé a caminar y la dejé en la puerta del hotel. Se resistió ir al médico. Sólo aceptó la beca de doce meses que le hemos reconocido para que estudie gratuitamente en el instituto. Además, le hemos entregado una cuantiosa suma para sus medicinas. Dígale, que apenas se recupere, siga con sus clases. Mándele mis saludos, por favor.
Apenas colgó el teléfono, comprendió que todo había sido una farsa.
-La señora Power se habría repasado la misma herida para impresionar y sacar, asi, suculentas ventajas económicas y lo ha logrado a fuerza de su gran artimaña.
Enterado el mánager de estos últimos hechos, dió la orden inmediata de revocarle a la supuesta víctima todos los beneficios que hace apenas una horas se le habían reconocido. Se le daría a conocer la nueva orden a la hora de su salida.
Las cosas estaban tan claras como la luz de un radiante amanecer. Marianita, sin perder tiempo, le pidió al mánager que las pertenencias de tan pícara huésped sean revisadas por el policía de seguridad. Es el último chance que tengo para demostrar mi honestidad ante usted y de recuperar a mi novio, quien está muy apenado por mi descui...
No había terminado de articular esta última frase cuando la señora Power hizo su flamante aparición. Mostraba un semblante de alegría. De su cuerpo emanaba un perfume de vainilla invadiendo la sala con sus penetrantes olores. Se acercó plena de felicidasd, al mánager para despedirse.
-Vendré con mi espso a pasar un fin de semana para celebrar nuestras bodas de plata.
-Encantado con su visita, pero antes de irse su maletín será revisado por la policía de seguridad.
Sin darle tiempo de responder el guardia, luego de advertir la señal imperativa del mánager hacia la maleta rosada, obedeció de inmediato. Con una agilidad felina, abrió la maleta, deslizó sus filudos dedos entre las ropas, tocó una dura superficie y la sacó sin demora. !Era la piedra de zafiro!. Todos quedaron petrificados.
Unos minutos de silencio reinaron, antes que se dejara escuchar el grito estruendoso de la señora Power. Muy tarde para oponerse a la revisión. Estaba al descubierto. Aceptó, con resignación, la farsa que había montado.
Salió enmarrocada. El peso de la vergüenza fué más fuerte que las gruesas cadenas que rodearon sus muñecas. Marianita recobró la imagen de honestidad, que siempre la caracterizó. El drama que inicialmente alborotó a todo el personal dió lugar a jocosos comentarios, durante todo el invierno.
Marianita no tardó en ser merecidamente reconocida como supervisora de los nuevos hotelel Hampton que se abrieron en Manhattan. Curiosamente, su ascenso surgió gracias a la increíble ocurrencia de una mentirosa como lo fué la señora Power. No sería extraño que hasta su apellido fuese el de alguna de sus víctimas de algún otro hotel.
Marianita cambió, no sólo de puesto laboral, sino de nivel social. Se convirtió en la respetable señora Krusiyac. Su vida, desde entonces, ha sio tan dulce como el sabor de esos negros chocolates fabricados por su esposo Lorenzo Krusiyac.

Texto agregado el 12-01-2009, y leído por 493 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
07-11-2011 Narradora nata. Te agarra y no te suelta. Un abrazo de letras. mariamorena
17-10-2010 Salio la verdad y la "housekeeping" quedo libre de toda culpa. Pero , que paso con las consideraciones que le dio a senora Power? piara
08-11-2009 Excelente !!!! ***** pintorezco
23-05-2009 Dicen, y dicen bien que la verdad corre más de prisa que la mentira. Por ello termina siempre por alcanzarla y descubrirla. Una historia que bien puede considerarse como un ejemplo de vida. Interesante texto. *****Afectusos saludos. sagitarion
23-02-2009 Me encanto,en boca del mentiroso .... Gracias por traer este bello cuento con una enseñanza incluida ******* Shosha
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