Maribel lloraba despacio y sin hacer ruido, caminaba meditabunda, naufragando en las amarillentas hojas de un librillo viejo y ajado de un color pardo, indefinido y olvidado. Sosegadamente las pequeñas gotitas de llanto, con sus diminutas gemelas de lluvia, se mezclaban y entrelazaban sobre las pálidas hojas, que absorbían por completo la atención de Maribel, mientras su cuerpo independiente como arrastrado por las biliosas miradas de los transeúntes del parque; recorría la plaza central del pueblo tal espectro de Dantesca historia.
La esbelta figura de Maribel envuelta en una vaporosa túnica de seda blanca y etérea que le servia como pijama, atravesaba insolente la plaza del parque, ante la mirada escudriñadora de los viejos, que junto a las garzas tenían infestado el parque, Maribel caminaba en dirección a su casa, a la casa de siempre, a la casa vieja, la de los abuelos al único refugio que le quedaba.
Maribel lloraba… pero como no llorar ente historia tan triste, como no llorar al leer aquellas líneas, Maribel no lograba contener el llanto, mientras se enteraba de la historia que las amarillentas hojas le regalaban, que trágico cuento. Que fabula tan absurda y triste… absurda pues era imposible que un ser real pudiese perder tanto en tan poco tiempo como le pasó a la heroína de la historia.
La brisa empezó a engordarse lentamente hasta transformarse en una copiosa lluvia cuyas gotas hicieron crecer también las lagrimas de Maribel cuyo llanto ya era intenso… pero como no llorar con mas fuerza cuando el personaje de el libro narraba como preparo todo para suicidarse en la sala de su casa para que el cadáver quedara a la vista de todos en el mismo sitio donde encontrasen el cadáver colgante de su madre un año atrás.
Cuando Maribel tomo conciencia de que el agua y las lagrimas le deterioraban el librillo decidió apurar el paso mientras cerraba el librito con el fin de llegar a casa y poder escribir la ultima pagina de su amado diario
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