Hubo días de universales sonrisas, marcadas,
blancas luces en el camino del verso libre.
Hubo días de penas silenciosas, sin nombre,
hondas grietas necesarias cual surcos.
Hubo noches de interminables encuentros, plenos,
cuerpo y mente desfasados del tiempo.
Hubo noches de chispeantes roces, crispados,
burbujeantes gritos de hastío violeta en la sangre.
También estalló la entrega total, sublimada;
la efervescencia del tacto, en cuatro puntos,
tan ilusoria, tan real, tan fatídica al fin.
También estalló la paz equilibrista, tras nuestros ojos;
caridad de nuestras manos por el otro,
clemencia del cuerpo nuestro, ajeno, q más da.
Hoy, colgada de los bigotes está la nostalgia
rodeada de duendes tatuados con coloridas misturas.
Rondan saltarines gastando el suelo, todos ellos
en silencio, no saben si decir o no tu nombre.
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