Unas pocas luces que sugieren sus rasgos y ocultan los detalles, la música acariciando con cadencias voluptuosas, aromas deliciosos en el aire… El clima es perfecto, sabes. Para colmo, ella juguetea con su mano, desliza la yema de uno de sus exquisitos dedos por la superficie que nos separa, pospone el contacto más íntimo. Debo confesarte que siento, en estos momentos, una pequeña vibración, que se agiganta cuando su rostro casi llega a rozarme. Pero todo se reduce, aclaro, a un imperceptible aleteo en sus narinas, a una placentera aspiración que alimenta, estoy seguro, sus fantasías. Pasan sólo algunos segundos y entonces sí, decidida, acerca sus labios lujuriosamente entreabiertos y, como te imaginas, en un gesto que provoca mi orgasmo final y la consumación de su deseo, me bebe hasta la última gota.
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