Entre el brazo y las costillas.
Autor: Florencio Diaz Ceberino
Entre el brazo y las costillas derechas de el señor de pelo blanco y largo, que caminaba rápidamente, viajaba el libro. Dentro de él, las palabras rebotaban entre las paginas y contra el interior de las tapas. Estos colapsos, producían el despedazamiento de las palabras, que antes eran frases y en sus principios párrafos. Las cientos de miles de letras, que provenían de estos choques, volaban en el interior del libro; los signos lo hacían mas rápidos por tener mas fuerza. Dentro del libro se sucedía un baile de luces fluorescentes, que dejaban un rastro de color fugaz con cada movimiento que daban.
El hombre detuvo su paso. Sé sentó. Con su mano izquierda, tomo el libro. Lo abrió. El titulo de éste era otro. Su autor, sus palabras, la trama, el desenlace, hasta el idioma habían cambiado. Cerró el libro. Lo sacudió sobre su cabeza. Los dedos de su mano boba lo presionaban en sus tapas y lo agitaban de forma brusca. Lo volvió a abrir. Otra vez, todo era distinto. Sus ojos se veían cansados. Lo presionó con su brazo derecho a sus costillas. Se levanto y continúo su camino.
Nunca volvió a leer lo que había escrito en su infancia. Vagó por la ciudad y por la vida sacudiéndolo, abriéndolo, leyéndolo y resignándose. Muchos años después, en su anciana decrepites, de tanta mala sangre que se hizo, y, en una de sus cotidianas sacudidas, el hombre murió. Al enterrarlo, lo hicieron con el libro bajo su brazo. La fuerza con la que lo apresaba era eterna. Nadie pudo sacárselo. La familia acepto dejarlo así.
Los dos, el libro y el hombre, fueron comidos por los gusanos. A las letras se las trago la tierra.
Fin.
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