Cuando mis trémulos dedos de aprendiz de seductor
Esquiaban por los peligros montículos de tu cuerpo.
Me derretía en tu baca
Y como una lava
Caía hacia tus pechos.
Quemándome en las riveras de tu sudor
Recorría el celestial trecho de tu cuerpo
Con este paladar de animal que ha ganado
El derecho de aparearse.
iba siempre sin prisa
ya conocía el camino
era siempre al sur
al cráter sublime de tu ser
donde quisiera que me entierren
junto a este corazón que es tuyo.
Texto agregado el 10-01-2009, y leído por 109
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