Siempre la redondez de tus rodillas calibrada por las palmas de mis manos, de tus tobillos de tus codos de tus pómulos de tus ojos. De tus ojos, si los miras, aparecen chispas, redondas de tus hombros de tu falda redonda en el espacio entre el frunce y la comisura de tus labios...
Texto agregado el 13-05-2004, y leído por 258 visitantes. (3 votos)