Hace poco conocí una persona especial. Me pareció extraño que empezará a sentir cosas nuevas, sensaciones que a mis 22 años nunca imaginé experimentar. Mi vida no era prácticamente un ejemplo a seguir, pues no tengo como base principal: el respeto a las buenas costumbres, al incomprensible sentimiento del amor (lo que conlleva a la fidelidad), a la perseverancia de la amistad verdadera (era muy frecuente que los perdiera), a la hipocresía con mi familia, y entre otras faenas de mi corta vida. Porque aún no he vivido nada y lo sé, soy consciente de eso. Pero qué me pasó para que mi vida cambiara en estos últimos meses, como si estuviera madurando (acaso no lo hice cuando mi cuerpo pasó de la pubertad a la adolescencia, y a su vez, a la juventud). Entonces me pregunto: ¿Mi cuerpo evolucionó y mi cerebro se quedó inmune a los cambios, se puso renuente a seguir el camino de la madurez, y desobedeció las órdenes de los cambios? ¿Qué mierda pasó conmigo? Estoy sintiendo que evoluciono (como un Pókemon), que estoy pasando a una fase desconocida de mí o ¿es que siempre estuvo conmigo?. Acaso permaneció escondida, y no quiso mostrarse por temor a ser débil, a que sea conocido tal cual soy.
Esa persona especial me está haciendo conocer ese sentimiento, al cual le tenía miedo, no lo quería sentir. Pensaba que iba a volverme débil y las personas se aprovecharían de mí y me harían un tonto. Eso es lo que no quiero. No puedo tolerar que la gente me utilice y me haga sentir un verdadero idiota. Tenía miedo a enamorarme. Pero ya no, ya nunca más, así sufra una decepción, porque soy consciente que tengo mucho amor en el corazón y esa persona también tiene mucho para darme. Me lo demuestra cada día que está o no está conmigo, pero igual siempre está en mis recuerdos. ¿Eso es verdadero amor?
No soy un experto en los agasajos de tan extraño sentimiento, pero me siento la persona más feliz del mundo, me siento poderoso y, a la vez, protegido. Me siento cada vez una mejor persona, he mejorado el trato con algunos integrantes de mi familia, menos con mi progenitor (aún sigo sintiendo cosas malas por él). Me siento más libre, con más entusiasmo de escribir (bueno para unos y muy mal para otros). Quiero salir más de la burbuja en la que, inconscientemente, me había introducido. Me siento ilusionado, porque mi mente se desconecta – muchas veces de la realidad – y divaga en el mundo de la fantasía y dejo de ser escéptico, agnóstico por unos largos minutos, a veces hasta horas. Aunque sigo sin creer en Dios, porque carezco de fe. Creo que no tengo talento para creer, a pesar de que tuve un formación religiosa muy fuerte, constante y llena de estampitas, misas, personas muy, pero muy religiosas. Pero eso se acabó hace muchos años y no tengo interés en creer, aunque envidio a las personas que creen en algo y se aferran, como un niño a su dulce. Ahora sólo creo en mi persona especial, que me está ayudando a cambiar.
Recuerdo mucho el momento en qué la conocí, era domingo, ya el sol se estaba ocultando y no tenía muchas ganar de darle el encuentro, pero un voz interna me dijo, anda. Nos conocimos en su casa, hablamos mucho y me sentí calmado. Le hablaba de todo, no podía dejar de hacerlo. Me sentía como en mi casa, le conté muchas cosas íntimas, me abrí totalmente (parecía la tercera confesión en mi vida, pero esta vez no era con un cura). La conversación fluía con naturalidad, el ambiente se ponía cada vez más propicio para el intercambio de palabras y de miradas, gestos. Desde ese momento empecé a ilusionarme, mi mente comprendió que podría salir de lo habitual, la vida pagana, y entregarme a alguien. Pero tuve miedo, no lo niego, pero ganó mis ganas escondidas de amar. Y que me perdonen las dos personas a las que les dije una palabra de amor, pero eso fue simplemente una palabra. Me estoy dando cuenta de eso. Fueron muy buenas parejas, pero no les pude dar lo más importante: amor. Lo siento, pero no quiero mentir más. He conocido el amor, pero con otra persona.
La cháchara seguía, las horas avanzaban, y no quería irme, no quería separarme de esa aventura tan bonita: conocerse. Pocos minutos pasada la medianoche, sonó la canción “atrévete a aceptarlo” de Stereo 3, y me besó, lo hizo apasionadamente y me agarró desprevenido, reaccioné con esa misma pasión. En mi mente, pensaba, eso era lo que te faltaba, un beso de verdad, con sentimiento. Nunca había sentido un beso de esa manera (y he probado muchos, pero no se comparan a este). “No puedes negar que todo este tiempo llevas escondido nuestro amor…Atrévete a aceptarlo…No tengas miedo, no lo niegues más”, escuchaba esa magnífica letra, y pensaba: Ese beso me está diciendo todo eso, me incita a liberar el amor que llevo dentro, a no tenerle miedo, a que soy joven y tengo derecho sentirlo con todos mis sentidos, y repito una y otra vez: no lo niegues, acéptalo ya. Termino de responderle ese ósculo tan maravilloso y bajo la cabeza, como sintiendo vergüenza, y entonces, mi persona especial, me toma con sus dos manos y levanta mi mirada y la cruza con la suya, diciéndome: No te preocupes, sé cómo has sido, pero tienes que darte una oportunidad para amar, vamos a intentarlo, y si funciona, bacán y si no, no importa. Lloré por dentro, lo confieso, me sentí el ser más importante en su vida. En eso momento empecé a sentir ese extraño sentimiento, al cual llaman amor.
De la oscuridad, salté a la claridad, mi menté cambió, y quiero hacerlo, no lo voy a negar más. Quiero seguir conociendo ese sentimiento, y lo estoy haciendo. Ya se acerca el tercer mes, de conocer a mi persona especial, de seguir reafirmando que siento mucho amor, y quiero darle lo mejor, porque siento admiración, respeto, ganas de darle felicidad en su vida. Es extraño enamorarse porque no puedes medirlo, controlarlo, dejas de ser irreverente muchas veces, y te vuelves más bueno inexplicablemente. No sé cómo reaccionar ante los flujos de este sentimiento. Temo ser espeso, cariñoso, con muchas ganas de engreír. No quiero aburrir a nadie con eso, pero es que es nuevo para mí, una persona que le huía a las relaciones, a la fidelidad, al compromiso. Ahora me siento algo muy fuerte que me llena, y me dan ganas de escribir y expresar mis secretos más oscuros y, por qué no, los más claros, lleno de bondad, que son pocos en mí, pero creo tenerlos.
Amar es bonito, hasta ahora lo creo, porque lo estoy viviendo con esa persona especial que cuando me llama me emociono como un niño. Quiero que sea feliz, muy feliz y que podamos seguir descubriéndonos cada mes, mucho más. Amo a alguien y eso es suficiente para vivir feliz.
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