Yo nunca entendí bien
el color de mi ciudad
quizá adiviné
que en mis retinas vive
el amarillo seco
de las cárcavas del cerro
donde mi padre halló
nidos de perdiz
donde mi padre halló
terreras de ratón
Yo a vi mi abuelo
huirle a la voz de su patrón
romperle al alfabeto
un par de sílabas y orar
al intelecto mucho
y menos a la fe
beber de la matera
amnesia pa’l pasado
y rogarle a los terneros
invierno o vendaval
Yo vi a mi abuelo
a pecho descubierto
robándole la piel
al culpeo y a la chilla
yo le vi también en trilla
azuzando a la bestia
engendrando al ladrillo
y despellejar al trigo
yo le vi muerto de frío
en un rancho de totora
en un inverno que otrora
helaba el hueso huaso
y desarmaba lampazos
de un soplo o en una hora.
Yo le vi con ojos pardos
callar su inquilinaje
y tejer en mimbre un traje
pa’ arrullarle a la vertiente
que le brinde agua de rulo
que le sople en castellano
el pasar americano
o el dolor del labrador
que le cante atronador
la penuria campesina
o al borrachera andina
del futre abusador
Yo le vi con piel quemada
entre 9 y 5 y media
conversándole a la hierba
que no cunde tanto el monte
cuando el trabajo deshiela