Un encuentro con la Aurora Boreal
Cuenta una historia que en las gélidas tierras de Noruega existía una pequeña aldea muy lejana de la capital. Debido al gran frío existente en ese pequeño poblado siempre tenían que estar abrigados con fuertes pieles de invierno, y apenas se asomaba un rayito de sol. El consuelo que tenían los pobladores es que en los ríos habían un gran caudal de salmones, y en la época de verano cuando el prado se vestía en todo su verdor los pobladores pescaban los salmones en los lagos y los ríos, y cuando llegaba el tiempo de invierno los metían en grandes neveras de hielo para conservarlos, y consumirlos para que los pobladores en el largo periodo de invierno no se murieran de hambre.
Pero a pesar de vivir día a día con este estilo de vida y ya acostumbrados a ello, en una temporada de verano hizo un calor fuera de lugar. La temperatura llego hasta cuarenta grados, y por supuesto los pobres salmones murieron y huyeron a otros ríos de otros poblados. Algunos decían que se debía al calentamiento global, otros culpaban a la gente de la capital por su descuido y su aporte a la contaminación ambiental. Al final todos los pobladores estaban muy preocupados porque sabían que venían en pocos meses un invierno muy inclemente, y sin comida morirían rápidamente.
Sin embargo, Hans, el jefe de la aldea había oído una historia de sus abuelos que cerca de la Aurora Boreal habían grandes salmones en los ríos y los lagos, y nunca faltaba comida. Pero para llegar allí había que realizar un gran trayecto. Adicionalmente había escuchado que las luces que aparecían en el cielo dejaban sin habla a cualquiera. Sin embargo, apenas en cuanto al clima era muy inclemente. Los días eran muy cortos y oscuros, y en los meses de Junio, Julio y Agosto apenas se asomaba un rayito de sol. Pero tenían que sobrevivir y trato de convencer a los pobladores de realizar ese viaje para vivir mejor. Les decía: - Tenemos dos alternativas, nos morimos de hambre en el invierno o nos aventuramos a hacer esta travesía-
Así que trato de convencerlos para que realizaran esta travesía. Muchos se quejaron y decidieron quedarse, pero la mayor parte de los jóvenes le pareció lógica la idea, y se aventuraran a ir a los terrenos de la Aurora Boreal. Tomaron sus más fuertes abrigos y con sus carromatos se fueron en camino a lugares de mejores oportunidades para ellos y su familia.
Era tiempo de verano, y el tiempo era inclemente. Al salir con tristeza de su aldea y despedirse de sus lagos y sus amados ríos pensaban para si mismo en el pasado recorrido. Muchos habían nacido y habían formado sus familias en esas tierras, y eso valía mucho para ellos. Pero tenían que sobrevivir.
Después de recorrer grandes tierras áridas producto de ese calor inclemente, llegaron a tierras en donde el clima era mas fresco y ya sentían el frió recorrer en su piel. Y de repente!!! Sin explicación alguna empezó a nevar. _ Que extraño, en pleno Junio y esta nevando_ se decían todos. Se pusieron todos sus abrigos y siguieron su recorrido. A las pocas horas vieron unas maravillosas luces en el cielo. Nunca habían visto algo así, y fue entonces cuando se dieron cuenta que habían llegado. Esa tierra estaba cubierta por grandes lagos. Algunos estaban congelados, pero otros no. Se asomaron a los lagos, y sorprendidos vieron muchos salmones, grandes y pequeños. Se establecieron allí y siempre tuvieron comida porque los lagos los bendecían siempre con alimentos.
En ocasiones recuerdan con tristeza a su pequeña aldea y a todo lo que dejaron atrás. Pero cuando en las noches y en días claros aparecen las luces en el cielo y cómo esta ilumina todas sus casas y los grandes lagos, una gran sonrisa aparece en sus rostros y se dicen a ellos mismo que el sacrificio valió la pena.
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