Era un día común...estábamos él y yo, hablando de cosas intrascendentes, como la mayoría de las veces. Y como me pasaba generalmente, me enredaba entre su pelo, hermoso, que pasaba tanto tiempo arreglándolo, para que quedara igual que antes. Me detuve en sus ojos, brillantes, llenos de vida, como miel pura. Me resbalé en su nariz, tan particular. Y llegué sin apuros a su boca...Ay su boca...quién pudiera describirla...es perfecta...si cuándo estoy sola, me acuerdo de horas y horas charlando en tu habitación, mirando solamente su boca. Me gusta cuando sonríe, y aún tengo una imágen imborrable en mi mente, de ese día que comimos duraznos hasta reventar...donde sus labios, sus dientes, su lengua; eran una hermos pintura en movimiento.
Sigo por su cuello...me gustaría comerlo de a poco, saborearlo como nunca lo hice.
Sus hombros, masculinos, formados por toda una vida de deporte apasionado.
Su torso deliciosamente torneado, como una obra de arte...su cintura...el borde de su pantalón, me llevan a imaginar cosas imposibles. Sus piernas casi desnudas...
Sin percatarme de, que durante mi expedición por su cuerpo, en el tren de la imaginación; él había hecho lo mismo conmigo, comenzando al revés, por mis pies. Nuestros ojos se encontraron cuando su voz me sobresaltó. -Me estás escuchando? Es importante, te estoy diciendo que ella no me quiere más...
Yo aparté la vista de su belleza, miré hacia la ventana, y le dije que no se preocupe, que algún día iba a encontrar a ESA persona. Deseando con todo mi corazón, besarlo algún día.
Mientras tanto nos seguimos juntando, a tomar mates por la tarde, a ver películas por la noche...y a seguir hablando de cosas cotidianas...como dos buenos amigos. |