Miguel Cosentino primero frotó su muñeca marcada por un pálido dibujo que deja una pulsera que luego se vuelve a colocar. En especial quitando uno de los naipes que formaba parte de la estructura del muro. Comenzando una a una a tumbarse dando la vuelta entera en ciento sesenta segundos de la misma cantidad de cartas, tiempo en el que se sintió morir en la morgue junto el tibio calor de la bandera Palestina, que prolongo su destino unos instantes mas. El, por ser Argentino, bien conoce que el imperialismo cuando reacciona no hace cuentas de los muertos. Pero sus padres emigraron de allí no pudiendo tomar distancia de la guerra que azota a sus antepasados.
Entiende que América es una hermosa tierra llena de lindas oportunidades, donde por fortuna estamos mancomunados, pero le resulta imposible abstraerse de ver morir gente de su pueblo sin poder ahogar el dolor que lo envuelve exento de cura, sumándose a la ola de protesta en contra de ese sistema cruel que tanto oprime al colonizado. No obstante, a regañadientes, sabe perfectamente valorar el argumento de la otra parte, que esgrime que los reyes siempre actúan de buena fe, ellos entendiendo que Israel debe existir en el mundo, pues ha sido un pueblo mancillado por el nazismo temiéndose por su integridad física. Pensó Miguel luego de ingerir un trago de amarga saliva.
-Lo se, lo se. Al imperialismo se le hace sumamente imposible volver atrás con esas medidas asumidas. Velar por los muertos de la franja de Gaza, abandonar al pueblo Judío a mitad del trayecto hacia la libertad, a los designios del odio de Chiitas y Sunitas, que fueran los ocupantes por siglos luego del éxodo allá en la época de Moisés, hoy desposeídos por la imperiosa necesidad de realizar la mayor justicia. En adelante intentare pensar distinto. Pero carajo no me exigan que sienta impotencia cuando a mis parientes les han quitado la mitad del todo y ahora los siguen atacando. Pregunto. No podrán, como a los separatistas Vascos de la organizacion Eta, hacer un descuento cuando cada tanto algún forajido del Hamas a escondidas arroja algun misil casero.
Cosentino Miguel es un tipo por demás sensible y buen amigo, leal. Inclusive los tiene de origen judio.
Al otro día se decidió por llamar a Saul. Desea pelear por esa antigua amistad que aun no muere.
Se visitaron de nuevo, hicieron una torta con velitas. Y una triste ronda donde agarrados de brazos y manos apoyando sus cabeza bailaron a un extraño ritmo de convulsiones por el enorme llanto. Para luego, pensativos antes de despedirse mirar fotos de los abuelos, relatando como se podía anecdotas de la juventud perdida. |