La verdad es que no me acuerdo bien como fue que pasó este asunto. Como fue que el sucedido se sucedió, pero, sin embargo ahora está re grande y es todo un hombre.
Fue un día en la mañana me acuerdo, cuando le vi esos ojitos color del cielo inundados de lágrimas pedir a gritos algo que mis pechos no daban y lloraba y lloraba. Quien se lo iba imaginar, que ese bulto envuelto en una bolsa de plástico y que me conquisto con ese alarido después, ahorita, no me dejaría ánimos de seguir oyéndole. Me acuerdo que me acerque con cuidado, pensé que hasta podía ser un gato, por la manera en que lloraba, pesque una vara y puncé el bulto, pensé que si era un gato saltaría o algo así, resultó ser que cuando toque el bulto, nada se movió, sólo lloró más y más.
Yo siempre he sido re curiosa, y quizá por eso me gano los premios que ahora tengo, porque ese día de pura curiosidad, que se me vino al cuerpo, metí la mano a la bolsa y saque algo pegajoso con sangre que se movía y que se estaba helando. Me acuerdo que no sé como fue que me lo acerqué al regazo, sabía muy bien que al pobrecito alguna hija del demonio dejó a ese pobre angelito botado en el camino, pa’ que una bruta como yo con instinto de madre y cuerpo desvalorado lo abrazara y lo hiciera propio. Muy abrigada yo no andaba, pero con la chaleco de hilo que andadaba lo arropé y me lo llevé a la casa, sabía que me podían echar volando de ahí con el pequeño, pero ese angelito tan re chiquito, como podía dejarlo ahí que muriese. Yo no soy una santa, eso Dios Padre lo sabe, pero no por eso voy andar sumando pecados a la lista y menos una vida.
La Chelita de buenas a primeras quiso echarme, pero las demás chiquillas al verlo tan re lindo y tan llorón, le rogaron que tuviera buen corazón, como siempre lo tuvo con todas nosotras; en darnos un techo, comida y trabajo. No dijo nada más que; “Si te lo vai’ a quedar, más te vale trabajar con más empeño. No te quiero ver sin clientes y cuando este tenga la edad también tendrá que poner el hombro”. Así fue como se quedó y así fue como lo llevamos a la iglesia, lo bautizamos; la Julia y Gloria fueron las madrinas y la Chelita le mando a hacer un trajecito blanco, todas hicimos de todo para que no le faltara nada.
Cuando pasó el tiempo y pequeño creció, entre todas otra vez; cuadernos y pa’ la iglesia nuevamente, pa’ que aprendiera a juntar las letras, porque ninguna sabía leer y por que la Chelita no sabía sumar como corresponde. El curita lo educó bien, porque después a todas nos decía mamitas y obediente como él solo aprendió el negocio con facilidad. Para cuando la Chelita murió había un hombre fuerte que se hiciera cargo de todo, pero el asunto nos falló, porque el curita lo educó bien y cuando la Chelita se nos fue, ni de ingrato nos habló; Mamitas, bien me han criado Uds. y bien que las quiero yo, le debo la vida a Ud. mamita, pero no las quiero ver trabajando más en esta cuestión, lo que uds. hacen no tiene nada de bueno y a los ojos de Dios, bien saben que es pecado, pero el Padre, me regalo un terrenito y quiero llevármelas pa’ ese lugar, vamos a trabajar la tierra y vamos a ganar sus pesitos de manera más sana.
Asi fue como nos llevó, cerramos la puerta roja de la casa verde, nos fuimos pa’ el campo y hace cinco años que ya no acumulo pecados. Amén
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