Treinta y dos grados en Santiago y yo recorriendo oficinas y ministerios, cual de todos más calurosos, y en casi la mayoría de las oficinas, los jefes subrogantes respondían las consultas vestidos pulcramente de terno gris y corbata.
Yo muy de turista con pantalón corto remera y chalas, haciendo las consabidas preguntas. Señor, respetuosamente le digo: ¿Esta el Subsecretario? La respuesta un poco desabrida y cansada: - No esta en la oficina, esta con permiso. Y el dialogo se cierra y no hay por donde agarrarlo nuevamente.
De repente se me acerca un individuo, casi al oído me dice: Perdone, pero lo que a usted le pasa es que viene en tenida informal. Claro, este señor venía muy terneado, con corbata y hasta con un pañuelo en el bolsillo del vestón.
Me di cuenta que para tener algún éxito en alguna oficina pública, uno debía de vestir formalmente, casi como en tiempos coloniales, si es que se quería conseguir alguna prebenda.
Hacer tres inclinaciones del torso, sacarse el sombrero con plumas, tratando que la vaina de la espada no le haga una zancadilla y haciendo una venia: decir: Con el permiso de vuecencia, ¿Pudierais decirme si se encuentra el señor Ministro?
Seguro que, mirándome de reojo y calculando por mi vestimenta mi alcurnia, recibiría la siguiente respuesta: No faltaba más señor, mi superior os espera, y asunto arreglado.
De lo que se desprende que uno obligadamente pese al calor reinante, debe vestirse formalmente y me imagino como debería vestirme para ver a la Presidenta de la República.
Todavía vivimos en el Reino de Chile.
Nomade...Cansado y con 32 grados de calor
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