Alguien me dijo que lo mío no era amor, alguien confundió lo mucho que te extraño con obsesión, alguien me dijo que te mandara a freír monos, que no valías la pena, que no esperara más…
Y esas palabras penetraron en mí como por osmosis, poco a poco, y, tal vez por mi propio bien, comencé a creerlas. Comencé a vivir de nuevo, comencé a respirar como había olvidado hacerlo, comencé a evocarte sin temores, aunque sin pensarte menos, y emprendí un retiro en paz, corazón resignado, alma en sosiego… no me daba cuenta, pero cada vez te amaba más, así como amo al mar, tal como amo espiar la naturaleza solitaria, así te amo yo, con calma, en absoluta paz. Y encima he descubierto que eres más de lo que creía, gentil como la brisa, fugaz como las nubes, majestuoso como el mar, brillante y único como el sol, talentoso como Gaia, hermoso como el agua, divino y fascinante como la música, humano como yo… jamás podré olvidarte, aun si quisiera hacerlo, tal vez no estoy enamorada, tal vez es sólo que te amo, como a tantas cosas más.
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