Era una nueva aventura.
Ir por el pasillo a oscuras,
todo parece tenebroso,
todo es difuso.

De repente llego a la puerta de siempre
y la empujo para ver que hay detrás de ese mundo desconocido.
Siempre me fue esquivo.
Siempre al llegar y empujar la puerta se mantenía inamovible, como un muro impenetrable,
como un glacial.

Pero, oh!, sorpresa,
empujo la puerta y esta se abre,
veo luz, muebles, libros en un estante gigante.
No me animo a entrar, todo es diferente que en mi casa, pero todo esto me atrae.
Voy a dar unos pasos hacia adentro a ver que pasa.
Tal vez el departamento me atraiga hacia si y nunca más pueda salir.
No, voy a entrar y de ahí veré que sucede.

Un gigante se acerca a mi y me mira extrañado,
pero no hay enojo en su cara solo una gran sonrisa.
Sin darme cuenta mi hermana llega y me jala hacia el pasillo para rescatarme de ese mundo.

Ya estoy libre y puedo respirar tranquila, pero si estuviera de nuevo delante de la puerta la abriría sin dudar.


(Una guagüita empujo la puerta que mi hermano dejó a medio cerrar y se metió en mi departamento esta mañana, ¡toda una aventura para ella!)