Suena un poco extraño de decir y creo aún más de leer, la impresión de alguien que acaso se equivoque pero está cierto de que pronto habrá de morir...
He de morir, supongo no en mucho tiempo, porque son ya muchas eso sí, las señales que así me lo indican en este día. Espero no sonar alarmista ni exagerado, pero atendiendo a la lógica de las señales que se me han vnido presentando, no tengo más remedio que interpretar dichos signos de modo casi inequívoco, lejos del fatalismo, está la acción pertinente.
Primero que nada la evidencia, después las medidas. aunque luzca paranóico, de últimas fechas hacia acá, vengo recibiendo mensajes alusivos a la muerte, a mis páginas de inicio llegan frases acerca de la muerte premtura, la trascendencia y la juventud, que ya no poseo por completo, de vivir el moemtno y cosas por el estilo.
A mis treinta y tantos años no me considero ni viejo ni joven, sino mejor dicho en un punto intermedio, pero habrá quien me tilde de exagerado al decir que el tiempo me ha devorado demasiado pronto por vivir tan deprisa. Creo haber vivido de las cosas más importantes que uno deba a lo largo de una vida "plena", experimentar: Odio, olvido, llanto tristeza, amor, melancolía, soledad, esperanza, sorpresa, añoranza, alegría, crecimiento, desarrollo, felicidad, etc, etc, etc. Los he conocido de cerca, los he olvidado, los he vivido y acumulado algunos más que otros.
He escrito, dibujado, esculpido, trabajado, comido, visto, cocinado y escuchado un poco al menos de casi todo, aunque me he quedado con ganas de muchas cosas. No he tenido hijos aunque si sembrado acaso decenas de árboles, leído cientos de libros y mirado una misma cantidad de películas y programas interesantes. Hube conducido, nadado, volado, escalado y descendido, corrido, dormido, soñado y trabajado lo suficiente para los años que he vivido, porque en ello me he divertido también.
No he perdido creo mucho de mi tiempo con los hombres, acaso eso me ha faltado, integrarme un poco más con ellos a modo de compañeros, y sobre todo amigos, de los cuales definitiva y ciertamente no he tenido muchos si descontamos a las mascotas. Mujeres en mi vida me han acompañado por breves instantes siempre pareciera, pero ninguna me acompaña en mi lecho de muerte.
Ojalá estuviera equivocado, y mi vida se prolongue un poco más, hasta el momento en que pueda ver a mis hijos tener los propios, y un buen día ellos me llamen abuelo... Si es que tengo hijos por supuesto. Me gustaría ver a la próxima generación y cómo le llamen admirar; los nuevos vehículos, las nuevas vías de comunicación, los avances científicos, el contacto inter estelar, el descubrimiento público fiable de que no estamos solos en el universo, el fín de la contaminación del planeta, la sustitución del petróleo por energías alternativas, los robots en casa, viviendo entre nosotros...
No me quiero marchar, pero no tengo miedo. Es sólo que dan ganas de seguir despertando por las mañanas, de tener dolores de espalda, hambre o frío si sabe uno que se le va a quitar, tengo ganas de seguir riendo de vez en cuando, abrazar más a menudo y visitar a esas personas que se han alejado un poco.
Estas fueron las últimas letras de mi abuelo, mi padre me pasó el texto, al tiempo que me platicaba de cómo su madre le mantuvo oculta la noticia del próximo nacimiento de su único hijo. Murió al siguiente día de redactar dichas letras, como adelantándose, como bien lo dice, como si supiera lo que le deparaba la próxima mañana, en que aún tibio le encontraron junto al teléfono, mientras intentaba llamar a su madre, para despedirse supongo. |