Estamos en la casa nueva con balcones rojos y un patio grande para jugar. Quiero tener una casa en un árbol, pero papá dice que que si planta un árbol se demorará mucho en crecer y claro, yo estaré grande y no me servirá, pondrá frutales. En esta casa nos haremos grandes y estudiaremos y yo seré una novia con pajes y damas , así como la foto en la casa de mis abuelos, que ahora están arrugados y con manchas en la cara y en las manos . No quiero que mis papás se pongan así y yo tampoco.
Arriba están los dormitorios y un baño lindo, como son ahora. Abajo la cocina que tiene una puerta que da a un pasillo que conduce al comedor de diario y una al costado que da al comedor de los domingos y de las visitas. Y me gusta este olor que percibo, mezcla de barníz y pintura, olor a nuevo. Y entro por la cocina al corto pasillo y cierro la puerta y todo se hace negro y no se donde está la 'cosita' para encender la luz y caigo a un foso oscuro, negro entero, sin una ventana ni un asomo de una rayita de luz en el techo, que me ayude, que me de esperanzas. Nadie oyó mi grito ni saben que estoy aquí llorando en silencio para no ponerme fea, como cuando los grandes lloraban cuando la tía Pauli se fué al cielo. No se como, nadie la vió, no tenía alas, pero los grandes no mienten. a veces si. Tengo miedo que no me encuentren nunca. Mamá me buscará. Tiendo las manos, no hay nada ni nadie, ni soy capaz de moverme, quizás no me encuentren nunca. Afligida pienso que es un castigo, por esas cosas malas que hago: Por no prestarle el triciclo a Jorgito, sacar galletas de la caja de lata sin permiso. A veces le escondo la sal a la Mina y me divierte verla enloquecida buscarla y cuando va al comedor a buscar el salero, la repongo, ella me mira molesta, me hago la inocente. Pobre Mina, que deja sus hijos para ir a trabajar y que está contenta que tengamos esta casa que ella nunca tendrá. Me arrepiento, cuando me saquen de aquí le pediré perdón y le daré un abrazo. Y a mí tía Ines que no era el gato el que le enredaba los hilos del bordado ni los ovillos de lana, no lo haré más. No le tiraré las trenzas a la Javiera, mí prima más grande. Nunca más. Este foso tiene olor a barniz y diluyente, me duele la nariz.
Que espantoso , a lo mejor voy a morir aquí, tengo miedo. Y que pena tedrán ellos y después me olvidarán.
Todo está tan oscuro, parece que arriba hay música, voces y risas. No me atrevo a moverme , puedo caer al fondo y nunca me encontrarán, como le pasó a la chica de la película. Solo que a mí no me hallarán si no vienen pronto. La pena y el miedo se me olvidan por el dolor a mis rodillas, me voy achicando hasta topar el fondo frío y liso y le pido al Angel de mí Guarda que regrese, que él tiene la obligación de cuidarme. Lloro y grito. Siento pasos, pequeñas carreras, voces y parece que es mamá que me salvará, trayendo la luz.
-Pobre mi niña, como pudo dormirse aquí y que aventura nos va a relatar. Si es tan novelera.
SILVIA PARRA BAEZA.(rdejunio) |