La tristeza de una botella
Por un largo tiempo aguardo a ser solicitada
En esta fría y oscura soledad, de este bodegón en que me colocaron, espero…
___ ¡Escucho pasos!... es él, ¿irá a cenar?…
Voces… no, es una suave y acariciadora música, de Bach, Vivaldi, Mozart o quizá es un nocturno de Choppin, no se, no puedo distinguirlos bien.
Pero me encanta oírlas.
A veces escucho unas tonadas de guitarra acompañada de cantos… ¡es la voz del amo! Reconozco su voz. Sus melodías que me adormecen y ¡calman mi alma! en esta soledad en que me encuentro.
Pasos… ¡ahí viene! es él, de vez en cuando me busca para darle vida a su mesa.
A veces, temo por mi cruel destino.
¡Sí! me lleva a su mesa… me place cuando acerca mi boca a los labios de su copa, ese choque… entre mi boca y su copa, provoca un sonido… es una nota musical… hace que me sienta viva.
Sus manos, tomando mi cintura haciendo que, mi elíxir llene su copa, me estimula, deseo acompañarlo. Si derrama un poco del sobrante por mi cuello, me place… él no sabe como disfruto de ese momento en su mesa.
A veces, siento celos de su copa…
La toma, meciendo ese elíxir, de lado a lado, en su vaivén como una ola en la playa. Acerca su nariz… huele y disfruta su aroma. Sus labios, acarician la copa y saboreando un sobro a la vez, hace el gesto del buen catador y, aprueba con su media sonrisa que embellece su rostro.
Sus labios, se adhieren al vidrio, dejando verse lo rojo y carnosos que son.
_ ¡Le habla! Sí le habla y hasta le hace poesía. Juega y sueña como cual niño con sus fantasías.
Sus mejillas se encienden por el calor de mi elixir hasta llegar al éxtasis.
Quiero gritarle, ¡no, no lo tomes todo por favor!, deja algo para otro momento, así podré estar otra vez en tu mesa, sino… me tirarás al pote de desperdicio, ahí... donde acabamos todas como yo.
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