Nunca supo por dónde empezar ni que decir, así que no dijo nada, deslizó su mano tiernamente por sobre la de ella y a penas si la acarició, al momento la quitó, sin dejar de mirar hacia delante las imágenes que carecían de lógica para su mente que solo pensaba una y otra vez en poder tener cerca el cuerpo de aquella mujer de ojos cautivantes.
Tras unos minutos y mientras en la pantalla gigante se mostraban colores sicodélicos, miro de reojo a su dama y decidió que esta vez sí tomaría su mano que descansaba en el brazo de la silla, pequeño trozo de plástico que las dividía, pero que ahora vencería como en una guerra silenciosa obligándose por fin a poner su mano sobre la de ella.
Su corazón comenzó a palpitar velozmente, cada vez más y más rápido mientras intentaba una vez más acercarse lentamente, primero el brazos, codo con codo, titubeando, lentamente, yendo y viniendo el movimiento de su mano, hasta que por fin poso los dedos sobre la suave piel de ella, grande fue su sorpresa al sentir como rápidamente la mano de ella sostenía la suya firme y se hacía a su cuerpo casi en un gesto imperceptible al ojo humano.
El corazón palpitaba cada vez más fuerte, el primer paso estaba dado, necesitaba ahora que el roce de sus labios fuera la etapa culmine del amor que por tanto tiempo se habían profesado, jamás cara a cara, siempre con palabras escritas a través del medio electrónico del momento.
¿Cómo osaría ahora a tocar esos labios que llamaban al pecado? Nunca antes había besado labios como esos, labios de un mismo sexo, nunca antes había sentido su corazón latir con tanta fuerza por alguien que llevaba falda en el colegio, al igual que ella ¿sería capaz entonces de acercar su rostro al de su amada y besarle por primera vez?
Alejo las dudas de su mente al ver que sus manos seguían entrelazadas firmes y cálidas. Recordó un pequeño regalo que llevaba en el bolsillo de su chaqueta, se volvió un instante para sacarlo y tomo la mano de ella, quién diría que aquella chica esperaba algún gesto ya que al momento acerco su cuerpo, apoyo su cabeza en su hombro y sintió con su mano como el corazón palpitaba de aquella chica que por segunda vez veía. “¿sientes como late mi corazón? Late por ti” dicho esto tomo la pequeña flor de tela y la puso frente a ella, luego beso su mejilla y la abrazo fuerte.
Entre sonrisas cómplices por fin sus rostros se encontraron lentamente besaron sus mejillas y poco a poco avanzaron hasta los labios, culminante momento envuelto en pasión de niñas que comprendían en este gesto que sus vidas cambiarían. Intenso y cálido, fuerte y tierno se besaron por minutos que fueron eternos, cada vez más y más, como olvidándose de donde estaban, de donde venían y para donde iban, olvidando que, cuando las luces se encendiesen su momento terminaría cada quién volvería a la ciudad en donde vivían y tal vez, si el destino no era cruel volverían a cruzar sus ojos, sentir sus labios y su piel.
Las luces se encendieron, sus labios se separaron sus manos se soltaron y volvieron a sus incomodas posiciones alejadas una de la otra, esa sensación de vacío era como despertar cada día y que te faltara el alma, era una sensación fría que se desvanecía un poco cuando sus miradas se topaban mientras hablaban de cualquier trivialidad, al llegar el silencio se sonreían y sus mejillas se volvían coloradas. Por ellas que sus labios hubieran seguido eternos aquel baile al unisonó que despertaba sensaciones en sus cuerpos, si fuera ellas hubieran sentido el roce de sus pieles una al lado de la otra, su respiración continua y agitada, leve mezcla de miedo y de pasiones, por ellas que el mundo hubiera desaparecido en ese instante y para haberse recorrido entre besos y caricias, aunque nunca fueron capaces, ni ese día ni los posteriores en donde se vieron mientras su amor seguía creciendo, quién diría que luego pasarían años antes de volver a cruzar miradas silenciosas cómplices de una historia que se escribió sin testigos.
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