Bruno se encontraba muy emocionado. Estaba llegando al parque donde habían acordado que sería el encuentro.
Iba a volver a ver a sus mejores amigos del instituto… eran pocos, a pesar de lo cual tenían una sincera amistad. Se tenían confianza y lamentaban no haber podido juntarse antes, pero la oportunidad no se había presentado pues algunos habían estado en el extranjero y perdieron contacto. Mas eso ya no importaba, pues estarían nuevamente juntos.
Mientras iba en el bus que lo dejaría en el parque, pensaba en cada uno de sus amigos:
Por un lado, el alegre Antonio. Se caracterizaba por estar permanentemente levantándole el ánimo a los demás, contagiando su optimismo si es que las cosas salían mal.
También el carismático Sebastián, quien tomaba las riendas del grupo cuando los otros no sabían que hacer y se encontraban en dificultades.
Como no olvidar al intelectual Carlos. Nunca dejaba de pensar analíticamente en las distintas formas de sacarlos de aprietos. Además era retraído, por lo que hablaba muy pocas veces, aunque siempre lo hacía con la voz de la cordura.
Y por supuesto Daniel, el más holgazán de todos aunque destacado por su disposición a ayudar a los demás en caso de que lo necesitaran, lo que era muy frecuente. Sin duda era el más generoso y desinteresado del conjunto.
Y claro, Bruno, siempre tratando de ser equilibrado. No se destacaba por ciertas cualidades como las de sus amigos. A decir verdad, era el más inseguro de todos ellos, el que más necesitaba de esa amistad. Por eso era el más dispuesto a mantener al grupo unido.
De hecho era él quien convocó la reunión.
A fin de cuentas, cada quien aportaba con lo propio al grupo. Siempre se mantuvo en equilibrio, y lo único que hizo que se separaran fue que cada uno tomo rumbos distintos al terminar el Instituto en la adolescencia.
Pero ya volverían a encontrarse, esta vez de forma inseparable, pensaba Bruno.
Las numerosas emociones volvían a inquietarlo mientras ya estaba llegando a su destino.
Y una vez más comenzaron a surgir las dudas, como era característico en él…
¿Acaso vendrán? ¿Estarán muy cambiados? ¿Se considerarán amigos mutuamente aún?
Llegó al sitio acordado, con algunos minutos de anticipación. Siempre lo hacia, pues trataba de estar preparado en caso de cualquier imprevisto, temiendo que pudieran pasar cosas malas.
Ahora solo quedaba esperar.
Transcurrieron los minutos, pero no aparecían los demás.
Pensaba que algo tuvo que haberlos retrasado, seguramente un percance en el bus.
Pero la verdad es que se decía eso para frenar el paulatino avance de la aplastadora desilusión que comenzó a surgir en él.
Y pasaron las horas, con ellas los últimos buses, mas Bruno no vio llegar a nadie.
Entonces se preguntó:
¿Por qué le fallaron los demás?
La inseguridad se apoderó de él, llevándolo a un estado total de pesimismo.
¿Fue el quien falló dejándose engañar pensando que los otros lo considerarían aún su amigo? ¿O ya los demás, viéndolo de otra manera y dándose cuenta de su debilidad, se burlaron de él? ¿Acaso ahora estarían los cuatro reunidos riéndose de su estupidez?
Todas estas opciones le parecían mucho más probables a la posibilidad de que solo hubieran tenido alguna cotidiana complicación.
Sin embargo hay un aspecto del que no se percató y del que acaso se diera cuenta luego, cuando volviera con la cabeza cabizbaja a su casa pensando en qué podría haber hecho mal…
Definitivamente nadie más que él llego al encuentro, pero todos habían asistido.
Estaban con él en la misma banca, durante todo el tiempo que permaneció sentado, incluso cuando iba en el bus y desde mucho antes.
Y ahora mismo también, pues el grupo nunca se había separado…
En todo momento sus integrantes han convivido juntos, con cada uno de ellos tomando el liderazgo a ratos.
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