En medio de la nada,
en medio del silencio,
en medio de la soledad.
¡Cuánta soledad se deposita en mi alma!
¡Cuán alejado me siento de todos!
Extiendo mi mano y dentro de ello mi orgullo,
intento llamar a los amigos…
uno por uno,
mi voz se entrecorta, mi voz se apaga,
tan parecido a la de mis sueños locos.
Son testigos mudos la arena, las olas, las aves;
mi angustia eterna,
mi desesperación,
y el crepúsculo de una tarde…
de una tarde sanandresina.
¿Dónde están?
Tan imperceptible como el otoño,
tan fugaz como la estrella,
tan desolado y crudo como el invierno.
¿Debo de estar así?
¿Serás escudo, tú mi soledad?
¿Serás a la vez mi lanza?
Ahuyentas a la bestia más fiera,
devolviéndome la calma por segundos.
¡Ay soledad!
¿Dónde están?
Amigos, vecinos, hermanos, tíos, primos;
ustedes dicen amarme,
o tal vez sea sólo para noches...
para noches de carnavales.
|