Neurosis obsesiva
Me levanto cada día con el miedo en el pecho. Trato de no bostezar para que los malos espíritus no entren en mi cuerpo. Inspiro de forma pausada por la nariz para que el aire sea aceptablemente tibio sino de seguro volveré a enfermarme de la garganta. Pongo mis pies exactamente a la altura de los zapatos a los cuales debo revisar cuidadosamente, nunca se sabe que alimaña puede uno encontrar en ellos, por las dudas los reviso tres veces. Me pongo primero el calzado derecho, porque todo lo que está a mi izquierda hace que mi corazón sea vulnerable. Es importante que mi pie derecho sea el primero en pisar el suelo, de lo contrario deberé formar con leves y disimulados movimientos de mi cabeza una cruz sobre ella, otra sobre mi pecho con el dedo pulgar de mi mano derecha (siempre debe ser la derecha) y con mis dos pies debo dibujar la última cruz. Es la única forma de romper el maleficio. Cuando finalmente me levanto, tiendo mi cama y me dirijo al baño. Enciendo la luz con la punta de mis dedos evitando mirar la oscuridad. Orino, Lavo tres veces mi cara, cepillo mis dientes y los enjuago tres veces, y cada vez que seco mis manos o mi cara lo hago en tres movimientos. Al salir del baño apago y vuelvo a encender la luz, para luego volver a apagarla. Me visto con colores poco llamativos cuidando la simetría de mi ropa. Preparo el desayuno que debo tomar caliente, por lo general consta de una taza de café, de la cual solo tomo un trago(es una mala costumbre de mi niñez). Voy al trabajo y si por alguna razón me cruzo con un mendigo, un retrasado o cualquier enfermo, trato de contener la respiración hasta que estoy lejos de ellos, allí recién vuelvo a respirar (siempre por la nariz). No quiero que me contaminen. Llego al trabajo y es una bendición que no tenga que tener contacto con nadie. Detesto tener que relacionarme con las personas, son quejumbrosas o demasiado amistosas, y ni hablar de la locura que tienen algunas. "Mejor solo que mal acompañado" suelen decir. Cuando termina mi jornada laboral voy al supermercado que está a tres cuadras de mi casa, compro lo de siempre y busco a la cajera que me cobró la primera vez que fui allí, hace unos tres años. No me gustan los cambios. Regreso a mi hogar y pongo llave tres veces en la puerta, por las dudas. Me dirijo a la cocina para guardar las compras y reviso tres veces la llave del gas. Temo olvidarme de cerrar las hornallas y morir asfixiado. Lavo mis manos tres veces con alcohol para quitarme las impurezas, Almuerzo, lavo los platos tres veces y saco los chocolates de la heladera. Me siento en los sillones del living, enciendo el televisor y veo caricaturas hasta las 22 hrs. Luego me preparo para dormir. Realizo la misma operación de la mañana en el baño. Voy a mi habitación, que siempre debe estar iluminada, busco en el placar mi pijama, lo reviso cuidadosamente por las dudas tenga oculto algún tipo de bicho venenoso. Me acuesto y tapo mis orejas con la sábana para que en la noche ningún insecto pueda entrar en ellas. Temo que me penetren el cerebro y no quiero morir mientras duermo. Si me desvelo, tengo que encontrar la manera de dormirme antes de las tres, porque estoy seguro que me condenaré si el diablo me encuentra despierto a esa hora. Y si el insomnio persiste debo cerrar mis ojos y fingir que no tengo miedo, debo cerrarlos y no abrirlos hasta que la noche haya terminado, aunque la angustia me estruje el corazón, debo resistir. En la mañana estaré a salvo.