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Inicio / Cuenteros Locales / aaaaaaaaaah / AMOR COLECTIVO. (Parte 2)

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Hace calor y los obreros lo sienten. Las amas de casa lo saben y han sacado sus abanicos. El colectivero controla que nadie saque la cabeza ni los brazos por las ventanillas abiertas, que más que aire dejan entrar el humo caliente y sucio de la avenida. Todo el medio día de Pompeya se respira a bordo.

La chica que estaba en el último asiento se levanta y busca al hombre que hablaba con el chofer, pero tanto éste como aquel están ocupados hablando por celular. Una vieja la toma del brazo y le dice que todo esto es culpa del gobierno. Es el gobierno el que tiene que arreglar los baches y el que tiene que controlar que los colectivos estén en buen estado. "Este coche es una lata oxidada", dice. "Y el colectivero no sabe manejar". La chica la mira y le dice que las viejas siempre se entretienen echándole la culpa a algo por las cosas. La vieja busca apoyo con la mirada en una mujer que tiene a upa un bebé gordo, pero la mujer le dice "es cierto". Un hombre vestido de albañil le dice que mejor se calle. La vieja resopla y reniega. Se sienta.

El colectivero ha dicho "chau" en el celular. Mira las caras de los pasajeros nerviosos y dice: "Esto va a tardar. Necesito que uno de ustedes me ayude con un arreglo del coche. No quiero un mecánico, sino alguien con manos ágiles". La gente se indigna. La vieja grita que el gobierno es una basura, que no se puede vivir en un país en el que uno mismo tenga que encargarse de arreglar el medio de transporta público en el que viaja. "Las víctimas del trabajo asalariado somos nosotros", protesta. La chica calla a la vieja para anunciar que ella misma va a colaborar. "Yo soy contorsionista", dice.

El colectivero sonríe. El hombre que también hablaba por celular ya está atrás, encargándose del motor. La chica se abre paso entre la gente. Una vez que está frente al problema, los pasajeros parecen escuchar lo que se conversa:
"Sáquelo de ahí, quiere, y póngalo adonde lo había puesto antes. Eso, sí, sí, así, muy bien, muy bien. Usted también, venga. Colóquelo en el lugar que falta. Mmm. ¿Usted es contorsionista? Eso es magnífico... eso es más de lo que puedo pedir. Venga, súmese. Nunca sobra una mano en una situación como esta. Sí, sí, ¡sí!"

"Me pregunto qué estarán haciendo", dice la mujer del bebé. "Están haciendo lo posible para que cada uno de nosotros llegue a destino", dice el albañil. "No, señor", se oye la voz de la vieja. "Lo que está pasando ahí es una bacanal. Que Dios nos perdone a todos". Y mirando fijo al albañil, se desabrocha la blusa blanca. "Hace un calor infernal aquí, discúlpenme".


La tercera parte se viene con todo. Atenti.




Texto agregado el 01-01-2009, y leído por 834 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
10-11-2010 Tienes que escribir la historia prohibida de la vieja. Te prometo que cuando sea mayor de edad, la leeré. Genial. ZEPOL
23-05-2009 me has encendido! tengo los ojos inyectados ensangre. mis estrellas saludos desde guayaquil ecuador ronioso
22-05-2009 qué pasa, estás haciendo trabajo de campo para la tercera? jauregui
28-03-2009 ajaja, las viejas, son un misterio aveces LAMADONNA
29-01-2009 jajaj está bueno... naiviv
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