Un hombre decide dejar de existir, pero es tan cobarde que no quiere interrumpir su fluido. Piensa que la mejor manera es desaparecer de la vida de todo aquel que le medio conoce. Lo tiene fácil porque son muy pocos. Luego solo tiene que sentarse y esperar. Esperar a que nadie se acuerde de él, que nadie se acuerde de que alguna vez existió. El tiempo pasa y lo consigue. No recibe emails , no recibe mensajes telefónicos en Navidad, ni en Fin de año. El tiempo sigue su curso y la memoria de su existencia empieza a ser como la de los muertos, se reduce a vagos pensamientos en los demás. El hombre empieza a sentir que lo ha conseguido , o al menos casi. No había contado con los sueños. Ellos se encargan de recordarle, siempre que bebe alcohol, que él es un recuerdo en los que lo han conocido y se despierta atemorizado cada noche, siempre a las cinco de la mañana. En los sueños salen los mismos personajes, el hombre gordo y sin cuello con sus hijos, un tipo con cara de cuervo, otro que gesticula mediante tics .Son las mismas situaciones, solo cambia el decorado, a veces es en una playa , otras en su casa, da igual , la sensación siempre es la misma, miedo.
El hombre, confuso, empieza a buscar otro destino. El cree que el destino es el futuro , pero que equivocado está . Los personajes de los que siempre ha huido vuelven a reencarnarse en otros seres parecidos a su alrededor y el laberinto de su vida se reconstruye de nuevo.
Un primo de Samuel. (Es el pseudonimo del verdadero autor que desgraciadamente no soy yo) |