Se acerca la hora de marchar…
Si, ya casi es la hora.
Debo despedirme de ti y no quiero hacerlo.
¿Cómo sobrellevar la despedida?
¡Me entregaste tantos momentos de dicha!. Momentos que otros antes me negaron.
La alegría, la música, la risa, las caricias, los abrazos y miles de encuentros llegaron contigo.
En tu compañía me atreví a volcar miles de palabras en un papel; disfruté de los arreboles de un atardecer y la lluvia limpió mi corazón.
Me enseñaste a reconciliarme con el pasado y valorar mi presente. Me enseñaste a regocijarme en la belleza de las cosas sencillas y a reencantarme con la defensa de las causas perdidas.
En ti viví días de felicidad y noches de inconmensurable paz.
Cuando el reloj comienza a matar nuestros últimos instantes, me atrevo a confesarte viejo amigo, que ya no seré la misma después de ti y lo agradezco.
Ya es la hora…Todo el mundo toma su copa para brindar…
Doce campanadas, un segundo… y ya no estás.
Abrazo a quién está a mi lado. Solo una lágrima brota de mis ojos.
Me acerco al calendario y arranco su última hoja.
Adios amigo!!, mil gracias por haberte vivido.