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Inicio / Cuenteros Locales / mactub20 / Capítulo Cero (Preámbulo)

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Basado en la corta experiencia de la que no puedo si más sentirme orgulloso, he tomado la decisión de escribir un libro; pero no un libro cualquiera de esos que la gente tiende a dejar a un lado después de la tercera página, o de aquellos cuales el lector prefiere leer el final tras una primera mala impresión. Quiero escribir un verdadero libro, un “señor libro” del cuál los escritores más famosos llegaran a sentir envidia de la buena.

Sí, hoy amanecí con el deseo de escribir la mejor historia del mundo, pero ¿Qué necesita un amateur como yo para escribir una historia que robe el corazón y sed de aventura de un lector que haya olvidado lo que el placer del leer conlleva? Tal vez si empleara algunos elementos de mi propia vida y los combinara con algunos arquetipos que el futuro lector pudiera esperar, o mejor dicho, que el lector siempre espera. Tal vez así y sólo así tenga un espacio en el limbo intelectual que se ha convertido la lectura.
Para protagonista no tengo un candidato más perfecto que yo mismo puesto que soy de quien conozco más y al cuál puedo hacer vibrar o reír a mi antojo ¿Y la mujer de mi vida? (Porque debe haber una mujer, ¿Cierto?) Ella sería la más hermosa y de descripción perfecta, capaz de inspirar ternura y a la vez despertar las más bajas pasiones de todo hombre. ¡No, no, no! ¡Tengo una idea mejor! Quiero que la mujer de mi vida no sea una mujer, quiero que esa mujer ideal para mí sea hombre. ¡Sí! ¡Qué idea más genial! Mi pareja ideal será un hombre.

El siguiente paso será inventarle un nombre e inventarme uno a mí. Apuesto a que el nombre del autor y el protagonista no deben ser el mismo, pero a falta de tiempo y exceso de trabajo seré el primer autor y protagonista de su libro ¿Y a él? ¿Cuál será su nombre? Hagamos una lista, su nombre debe de ser corto, pero no tan corto; largo, pero no tan largo; elegante, pero no tan elegante; debe inspirar humidad, pero no llegar a dar lástima o causar risa. ¡Qué tarea más difícil!

Me gustaría que su nombre comenzara con “A”, pues me agrada la frialdad que inspira. Su trazo perfecto e infalible, y a la vez ese liderazgo que lleva sobre las vocales y el alfabeto entero, la haría la letra ideal para su nombre. ¡Ya está decidido! Su nombre comenzará con “a”, perdón, con “A”. Probemos con “Andrés”, ¡no! No me imagino llenando páginas enteras en las cuales le escriba versos a Andrés. Veamos otros: Arturo, Adrián, Alan, Armando, Antonio… Podría llenar páginas con nombres para ese hombre al cual insisto en amar aún antes de crear, pero como dije anteriormente, hay poco tiempo y mucho que pensar aún.

Repasemos las opciones. Después de descartar a Andrés me aferré a Arturo y lo descarté a los diez minutos pues ese nombre ya ha sido víctima de hazañas históricas Inglesas. Adrián se vuelve más ordinario cada vez que lo pronuncio, jamás funcionaría, y Alan es demasiado corto para mi gusto. Tal vez Antonio sea el indicado. Es un nombre largo, tres sílabas que robarían mucho texto, pero podemos llamarlo simplemente Toño. ¡Sí! Lo llamaremos Toño.

Toño debe ser alto, treinta y cuatro años o un poco menos, serio, siempre bien alineado, de profesión: abogado o al menos haber estudiado algo relacionado con la abogacía. Debe ser como todo protagonista de una buena historia, de una historia en verdad prometedora, heredero de una fortuna incalculable y en busca del amor verdadero, del primer y único amor que en esta historia debo ser yo. Suena bien, sin embargo, yo no me enamoraría de un hombre así, “Disney” y yo jamás encajaríamos, así que rediseñemos a éste futuro y gran amor de mi vida: No deber ser tan alto, de hecho, preferiría que fuera de mi estatura o algunos centímetros más alto que yo, su edad apenas deber llevarle unos dos o tres años a la mía, 23 o 24 estaría bien. No debe ser perfecto, sólo ideal para mí. Y con respecto a la abogacía, jamás podría estar con una persona tan seria y metódica. Toño debe ser todo un aventurero, capaz de desafiar las normas y ser el mismo respetando sólo sus convicciones. Definitivamente así debe ser.
Mi pareja ideal parece estar terminada, sólo faltaría sumarle algunos detalles. Supongo que sobre la marcha y advirtiendo al lector sobre ellos será suficiente. Ahora debo planear bien el lugar en el cual nacerá la historia pues éste dará pie a mi encuentro con Toño, mi encuentro con ese ser maravilloso de sonrisa cautivadora. París sería un lugar muy romántico, ambos rodeados de arte, cultura y misterio; dos poseedores de una lengua romance. Suena muy tentador y demasiado predecible, borremos los últimos renglones.
Tal vez Europa no sea el lugar indicado para que nazca un amor como el nuestro, no obstante, resultaría el mejor escape para una futura decepción, así que no lo descartaremos por completo. Nunca he sido muy adicto a la cultura oriental y espero que Toño tampoco lo sea. Restando esas opciones y recordando mi fobia a los “green” – “goes” no me queda más que mi adorado México. Ambos seremos mexicanos. Sin embargo, nacer en la misma tierra nos facilitaría mucho la trama y realmente no habría nada interesante que narrar. Entonces, optemos por hacerlo Jalisciense y a mí dejarme ser quien soy: Un Veracruzano de corazón.


Habiendo considerado ya todos las variables, es hora de crear antecedentes a mis personajes y asegurarme de que su primer encuentro no sea resultado del antojo de un autor apresurado, sino un ingenioso golpe del destino en combinación con la casualidad y la suerte Si fuera un escritor de lo fantástico seguramente haría que ambos se conocieran en la búsqueda de algún tesoro o intentando deshacer un hechizo que un viejo brujo haya lanzado sobre ambos. Sin embargo, ese no es del todo mi género, prefiero hacerlo más humano y espontaneo. Así que volvamos a lo de los antecedentes.

Toño debe venir de una familia innovadora y unida. Aunque me agradaría la idea de hacerlo hijo único, sus padres no lo habrían permitido, así que le daremos un hermano mayor que le sirva de ejemplo y que siembre en él ese carácter aventurero del cual me serviré a presumir en futuras páginas. A su hermano lo haré cáncer y al él aceptaré el reto de imaginarlo géminis. Ahora no sólo compartiremos una historia de amor, sino también un planeta, un metal y una misma convicción.

Sus amores pasados o los que yo pudiera inventarle están de más, no gastaré páginas enteras hablando de otros hombres que tocaron sus labios o profanaron su cuerpo antes que yo. Ellos serán sólo fantasmas, sin embargo, me gustaría aprovecharme de la buena voluntad de algunos de esos fantasmas y traerlos a la historia para convertirlos en obstáculos. “Más vale malo por conocido que bueno por conocer”. Así tendré rivales de amores muy fuertes e incluso capaces de robarme el corazón del personaje que aún no sabe que me amará.
Debo escribir también un buen pretexto para que Toño deje Guadalajara y llegue a Veracruz, Xalapa específicamente. Este mismo hecho debe retenerlo lo suficiente hasta que él y toda su familia se aferren a la ciudad tanto como para iniciar una nueva vida en la cual yo pueda tener cabida. Tal vez el pretexto pueda ser omitido por el momento y dejarlo salir a la luz acompañado de una buena conversación y el comienzo de un deseo insaciable.
Entonces, prosigamos con el trabajo creativo. La vida y llegada del amor de mi vida a Xalapa están resueltas, ahora sigue el trabajo más arduo del autor: inventarle un pasado al protagonista, uno que le de un toque de inocencia pero que no lo haga parecer un tonto o cursi. Mi protagónico debe tener toques de maldad o dar indicios de algún pasado oscuro que se pueda revelar con forme la historia avance. El protagonista debe igual llevar vestigios de anteriores amantes cuya única labor haya sido enseñarle antiguas artes de amar. Sin embargo, entre aquellos amantes también debe haber uno que haya marcado de alguna manera su vida, uno que lo haya imposibilitado temporalmente para sentir amor y que, por otro lado, lo haya hecho desarrollar su capacidad de sufrir y aceptar el rencor como parte de su naturaleza.

Su origen debe ser humilde y debe también tener una cualidad especial, algo que siempre lo distinga de los demás, tal vez ojos de algún color poco común o una sonrisa encantadora, aunque esa cualidad se la otorgamos ya a Toño. Démosle, entonces, el don de las letras. Éstas le servirán para llegar al corazón aventurero de aquel gran amor que aún no se imagina conocer. Debe venir del algún pequeño pueblo por razones quizá de estudio o como resultado de alguna decepción, pero como ya apartamos a Europa para este último motivo, hagamos que sus razones sean completamente de estudio.
Ahora es tiempo de dejar de pensar como Erick: el autor, y ocupar el lugar de Erick: el personaje

Texto agregado el 31-12-2008, y leído por 230 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
02-01-2009 El comentario global lo dejaré para la segunda parte. Espera Arrecife
31-12-2008 erick, esta novela promete mucho, mucha originalidad en tocar este tema.. ahora lo q te queda es darle un buen comienzo vd? y claro, tb hacer una buena novela.. te dejo mi apoyo con mis 5 estrellas. Feliz año nuevo wbgg
31-12-2008 Me gustó esa originalidad. Creo que va a salirte una buena novela. Feliz año Nuevo. margarita-zamudio
31-12-2008 BuenO, tienes un arranque original y por muchos momentos de tu historia me senti parte de ella felicidades compadre! EMIHDEZ
 
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